lunes, 9 de febrero de 2015

ACTO TEATRAL

 ACTO TEATRAL.
“El Manicomio Real”.
Obra de teatro en tres actos del excelentísimo  protomédico Don José Romero  en status onírico, para el regocijo  y tratamiento de la aflicción y males del vapor y demencia temprana de su excelencia, Don Fernando Vl, Rey de todas las Españas.
Teatro de los Inocentes,
Presentación
Abertura telón.
I ACTO.I ESCENA.
Escenario donde se  vislumbra una mesa rectangular, alargada al fondo, se oyen algunos ruidos y voces entrecortadas .algunas sillas y a la derecha y al fondo una puerta  con marco imitando a granito , donde aparece lentamente y por sorpresa después de unos  segundos de silencio un personaje con levita obscura , sin chupa, medias blancas ,con pinta de medio loco;
con sombrero mal puesto de varias puntas o cuernos aterciopelado en tinte obscuro, se muestra despeinado ,con mechón que cae sobre su frente, mirada al aire ; acompañado de un gran bastón que en su parte superior , termina en una bola pequeña de cobre, como imitando al mundo y en su parte superior una especie de terminal alargado donde parece verse

(Enrolladla una serpiente, se dirige, no sin antes decir en tono fuerte y claro).
DON POPULO:
-¡Muy Buenas!
(A una especie de estrado pequeño al que se sube, golpeando  por tres veces con este bastón de órdenes, dirigiéndose al público).
DON POPULO:
-¡Soy don Populo!, representante de todas las clases oprimidas y ayudante en este hospitalero, donde he tenido que aguantar a estos reales enfermos.
-Continuando  pidiendo permiso.
DON POPULO:
-Me vais a permitir que vaya presentando e introduciendo a los personajes  que nos van acompañar en este lugar; que más que manicomio real, es un hospitalero de Inocentes -Actores que en algunas ocasiones también se presentaran uno a uno, incluso sin permiso y por sorpresa.
(Continuando).
DON POPULO:
-Voy a empezar presentando a alguien muy especial, quizás con el que empezó todo.
-El protomédico Don Rafael del Potro tenga el honor de entrar a  este escenario.
A todo esto entra con paso lento y firme, con sombrero obscuro de ala ancha y con ropas, que más de protomédico parece de alguna orden religiosa y de color marrón tierra, que recuerda al barro, barba a modo de perilla, nariz ligeramente afilada.
(Se oyen los pasos  amplificados, el público sigue expectante).
RAFAEL DEL POTRO:
(Dirigiéndose al público ficticio y presente, infiere).
-¡Gracias, Don Populo!; se hacerlo por mí mismo.
RAFAEL DEL POTRO:
-Soy Don Rafael del Potro, vengo de la ciudad de los califas y con mi ayuda en otros tiempos, he pretendido acercarme al que sufre….y transmitir a mis descendientes lo que que yo mismo herede de mi padre….provengo de las tierras altas de mi provincia, la de la mezquita[i] y la del rio Al-quivir y con la ciencia que me dejaron verbalmente y los legados por escrito de otros, que ayudaron a intentar sanar al prójimo.
EL PÚBLICO:
-¡Vaya rollizo!
 -continuando-Rafael del potro-tales son, cripto-judios e hijos del profeta con sus ciencias y traducciones en escuelas como la de córdoba y Toledo, he procurado hacer siempre medicas oportunas.
EL PÚBLICO-:
-¡Termina ya!
EL PÚBLICO:
-¡Vaya gentuza!
(Por sorpresa ; aparece delante del público ,un personaje especial EL PUEBLO, habla con un embudo para oírse mejor ,va vestido de modo abanderado con colores amarillo y granate ;  dirigiéndose en plan sorna al escenario , pero con la intención de que el público , se lo gane , diríamos que es un poco esa voz o locución; que nadie ha invitado y aprovechándose y o en sombras , se apodera de la conciencia de todos y además lo hace diciendo que es un electo ; su nombre ).
EL PUEBLO:
-¡fuera!..... ¿Que empiece ya?

(Añadiendo, tras una breve pausa).
RAFAEL DEL POTRO:
-¡Hubo un día! , donde empezó todo, fui llamado como ayudante del protomédico de cámara de nuestro rey hechizado.
EL PUEBLO:
-¿De qué va esto?....
(Añadiendo poco después).
RAFAEL DEL POTRO:
-¡Don Carlos II de España![1], al que por cierto lo tenemos en este manicomio.
 EL PUEBLO:
-¿Ese es?-¿El que estaba hechizado?
-(Continuando Rafael del potro-exagerando ahora la voz).
RAFAEL DEL POTRO:
-Ha sido tratado de vapores , endemonia miento y de otros males después que algunos habían sometido a exorcismos  , pues se trata de una personalidad muy dependiente , con cierto grado que ralla desde la estupidez a la idiocia real, además del mal de las convulsiones.
EL PUEBLO:
¡Termina ya que te lías mucho!
 -(Sigue Don Rafael del Potro comentando).
RAFAEL DEL POTRO:
-Por lo que he me hallo ahora aquí presente; en otra curación de un miembro de este grupo real. ¡Pero en particular! , de Don Fernando, que padece de vapores y melancolía; invitado por el Director espiritual de este Hospitalero de Inocentes reales, don José protomédico de Córdoba y solo he de añadir….
(Se lo piensa por unos momentos, añadiendo).
RAFAEL DEL POTRO:
-¡Que, si!....que escribí un libro y que he dejado toda una línea de herencia a mis familiares y allegados.
 (Añadiendo ahora….).
RAFAEL DEL POTRO:
-¡Que gracias, a Dios!… han continuado todo este rio de pensamiento y ayuda a estos enfermos.
(Dirigiéndose con paso rítmico, se oyen amplificados los pasos, hacia la mesa que preside, se oye, arrastrar la silla).
(Cogiendo un pergamino que hay sobre la mesa  escribe con pluma, después de mojar en tintero, el acta de la reunión y comienzo de la asamblea de ayuda y auditoria protomedica).
(Ahora se gira diciéndose su mirada, a Don Populo y con voz firme comenta).
RAFAEL DEL POTRO:
-¡Hacer pasar!, al protomédico y familiar Don Gonzalo del Romeral.
(Se oye una vez más con tono rítmico tres golpeteos, de la vara de Don Populo).
Este en voz alta, comenta
DON Populo:
-¡Que pase!, Don Gonzalo.
(La luz de la lámpara de cera; se dirige, a la puerta).
Entrando ahora con estilo más erguido y seguro casi chulesco y con ropas ya más de estilo recargado ,camisa blanca aflorada con cuello almidonado a modo de corbata y levita que cubre a chupa de franela con los mismos bordados , se dirige al centro del escenario.
EL PUEBLO:
¿Quién es? -¡ese!-Que viene por ahí…II ESCENA.
Comentando en voz alta y segura al público que escucha atento:
GONZALO DEL ROMERAL:
-¡Gracias, Don Populo! …. yo solo se presentarme; soy Gonzalo del Romeral; vengo de familia de protomédicos, por cierto, veo hay al fondo en la mesa que preside a uno de mis ancestros y maestro mío por todo lo referido verbal o por escrito.
EL PUEBLO:
¡Vaya rollizo de comedia!
GONZALO DEL ROMERAL:
-Para mí esto es un honor y felicidad; estar en esta sesión de grupo, en este manicomio real; en este día junto a él, añadiendo poco después.
GONZALO DEL ROMERAL:
-¿Me vais a permitir? …. ¡ahora! …. que sea breve.
EL PUEBLO:
¿Breve?- llevas ya; más de media jornada.
GONZALO DEL ROMERAL:
 -No voy hablaros ahora ni de currículos ni de mis intenciones; solamente os, que hice todo lo que pude por ,ayudar junto con otras personas que me acompañaron…. a las que he invitado yo también personalmente , como asesores.
Haciendo una pausa…continúa.
DON GONZALO DEL ROMERAL:
-Hoy con gran honor, nos acompaña el gran músico y cantor Don Carlo Brochi.
 (Levanta el brazo derecho  y señala en la parte frontal del escenario, a alguien estilizado con capa que cubre su levita, que empieza a cantar acompañado de la música de haendel una canción hermosísima de nombre Lascia Ghio Pianga.
[2] Que más adelante conoceréis oiréis cantar como los ángeles  ese Lascia.
EL PÚBLICO:
¿Quién es ese mariconazo, con voz de?
¿Mujer?...
EL PUEBLO:
¿Ese es? ; ¡El que se llevó los bolsillos llenos!, de dinero a Italia, por cantar a los reyes.
GONZALO DEL ROMERAL:
- Contaremos con otro enfermo de este hospitalero, todo un paradigma de bipolaridad, Don Felipe, enfermo…. Enfermo que padece…. también de los vapores, con periodos de regias manías y que algunos, más adelante, igual que yo; hablaran de un solo mal.
 Me estoy refiriendo a un protomédico de las catalinas; un tal Piquer, que aunque invitado, no ha podido venir, pues se encontraba indispuesto; empezando a hablar  ya de una sola enfermedad, esto ya lo pensaba así, don Rafael; que se trata de una solo mal.
EL PUEBLO:
¡Vamos que estaba loco perdido!
DON GONZALO:
 -El de los vapores y la melancolía y que ciertas épocas de esta enfermedad se alternan en el tiempo e incluso si  en las épocas de regias manías…. ¿no ayudamos con nuestro saber? , el enfermo se agotara ¿pudiendo entrar en la demencia con locura?....
EL PÚBLICO:
¡Melancolía!-yo les daba; dos días de campo –recogiendo aceitunas.
EL PUEBLO:
¡Mucho rollo!-es lo que tienen estos reyes –que no han trabajado nunca.
EL PÚBLICO:
-¡Así esta España, y como la dejaron!
(Añadiendo ahora).
DON GONZALO DEL ROMERAL:
-¡Perdonar!, pero ahora voy a saludar a la familia.
(Se dirige hacia la mesa, Don Rafael del Potro; se levanta, dándose acto seguido un gran abrazo, insinuándole este con un gesto de su antebrazo, que se siente a su derecha).
Don Gonzalo, se sienta arrima su silla.
(Don Rafael, dirigiéndose ahora con la mirada  a Don Populo, comenta).
RAFAEL DEL POTRO:
-¡Por favor, Don Populo, en nombre de lo que representáis!
RAFAEL DEL POTRO:
-Poner algo de orden…
EL PUEBLO:
-No hacían más que comer y no trabajaban.
RAFAEL DEL POTRO:
 -Hacer pasar al Director espiritual de este manicomio real y Hospitalero de reales inocentes; Don José romero de Córdoba y no os preocupéis.
EL PÚBLICO:
-¡Manicomio!...
¡Ahí!-¿había que meter a más de uno?
 RAFAEL DEL POTRO:
-ya le paso yo el deseo de que; a partir de ahora continúe, con la dirección también de este acto de cura en grupo,
(Don populo; una vez más marca tres golpeteos rítmicos y duros, con su bastón de llamada-añadiendo).
DON POPULO:
-¡Que pase Don José!
III ESCENA.
(Las luces de escena iluminan completamente a una figura erguida).
(Mientras alguien  casi escondido, enciende y paga  las luces, que hay delante del escenario, lleva un sombrero con una vela  encendida).
EL PÚBLICO:
-¡Al de las luces! -¡Que se le quema el gorro  con la vela!
EL PUEBLO:
¿Qué mete fuego, a todo el teatro?
-(Don José con levita; más clara ,en tono beige y con más detalles en las bocamangas  ,se dirige al centro del escenario ; mirando ahora a un diván de cuero repujado ,negro con tachuelas en los bordes , que recuerda ,al estilo neoclásico , donde se encuentra tendido un enfermo de este manicomio y para el que se ha organizado este acto de curación en grupo , pues su mal , que algunos tildarían de mal de amores , corre urgencia en sanar , se trata del enfermo real Don Fernando VI de España, tras lo cual , don José añade).
JOSE ROMERO:
-¡Pues he me aquí! …. me presento; soy protomédico he sido examinado, en protoaudiencia y debo agradecer a los que vinieron antes además de sus saberes.
EL PUEBLO:
¡Todos sois de Córdoba! ¡Y habéis estudiado mucho!
JOSE ROMERO:
- El que estén aquí hoy; una vez más, para ayudarme en la curación de este  mal que por otra parte…. Avanza y me temo que estos vapores  y melancolías, lleguen ya hacia la demencia con locura.
(Descansa por momentos y continúa narrando).
JOSE ROMERO:
 -¡ya me han comentado y hemos observado! …. ¡en este enfermo  épocas de irritabilidad! ….  ¡de no dormir! , incluso de dejadez en sus apariencias y se niega a comer…. ¡incluso lo más grave! , ha faltado a misa, ha intentado quitarse la vida, no comprendiendo, que él no es nada; que se debe a su reino, por muy afligido que este, por la muerte de esa fea mujer portuguesa de cara, pero bella como ninguna en sus conocimientos y sentimientos hacia la cultura y artes.
Añadiendo, acto seguido.
JOSE ROMERO:
-He sido llamado a la corte por mis conocimientos y escritos, sobre los males del alma y quiero ahora; ayudar y afinar en el diagnóstico y tratamiento de Don Fernando.
EL PUEBLO:
¡ALMA!....-Armas les daba yo para que nos defendieran y trabajaran –que no han luchado ni trabajado nunca -que luego se quedan siempre en la retaguardia - guardando su dinero y sus palacios.
JOSE ROMERO:
(Después de dirigirse a la mesa, ahora  se gira y comenta con el público, mirándolo descaradamente).
(Aparece por sorpresa, con una voz grave, que sale de una nube –que cuelga del techo).
DOÑA REALIDAD:
-¡Os, aviso de antemano! ; Que está muy triste.
EL PÚBLICO:
-¿Triste?-¡triste yo!-que no tengo ni para comer –ni yo; ni los míos.
DOÑA REALIDAD:
-Hace menos de un año, que se ha muerto su mujer Doña Barbará de Braganza, del mal de los reyes, que después de dejarla en el convento y palacio real de las Salesas de Mayrit, convento que ella pago con su patrimonio.
EL PÚBLICO:
¡Más bien –con nuestro dinero!
EL PUEBLO:
-¡Claro!-se quedó con todo el tesoro real y como no tenía hijos, se lo llevaron los lusos- para su familia -aquí en España, no dejo nada.
EL PÚBLICO:
-Y para el pueblo menos, el pueblo siempre el último.
DOÑA REALIDAD:
-Después se recluyo en el sitio real de Villaviciosa de Odón; donde paso media vida, entre insomnios, desesperanzas y periodos de abaratamiento como el de ahora.
(Continuando y se va perdiendo con pasos lentos, mientras habla en voz baja).
JOSE ROMERO:
-¡Pero ya los despertaremos!...para curarlo entre todos…. ¿para qué nos cuente de su mal?
(Continúa relatando).
JOSE ROMERO:
¡AHORA!... – vamos a llamar a otros enfermos reales de este manicomio de inocentes -¡para eso!
JOSE ROMERO: (con voz alta dirigiéndose a todos).
-¡Don Populo hacerlos venir!; después de sentarme con mis compañeros.
EL PUEBLO:
¡Si siéntate!- ¡-! ¿Has trabajado mucho?
 -continuando-en la mesa que preside este acto.
JOSE ROMERO:
-Hacer pasar a Don Felipe –enfermo que conoce muy bien…. Don Gonzalo del Romeral, que junto a su nuera….Luisa Isabel, que también tenemos ingresada en el ala de mujeres reales….
Además en este ala del hospitalero tenemos también a la “Loca de Arévalo”  princesa de Portugal y Reina de España , bella rubia  de cabello rojizo ,casada con Juan II, que en su diagnóstico  estaba la celotipia  y que en uno de sus delirios  , que transcenderá a la historia como “La felonía del baúl” , no tuvo a mas , que  a su servidora tenerla encerrada  durante tres días en este baúl a candado y en lugar lúgubre “La loca de Arévalo”, Isabel de Portugal casada  con Juan II  , abuela de Juana I de Castilla , que más tarde la historia conocerá como “ Juana la loca “ que también tenemos en este ala de mujeres del hospitalero de inocentes , de ella cuentan que era bella , rubia de cabellos algo rojizos padecía de celos enfermizos   , como anécdotas en su historial del mal de la mente  esta ,la anécdota que el pueblo  conocerá como “La felonía del baúl” por el cual encerró a una de sus ayudas la cual era toda una  santa , en un baúl   en el Monasterio de Las cistercienses en Toledo , allí la tuvo en lugar lúgubre a pan y agua  , durante tres días , otro delirio de Isabel de Portugal, era su enemistad con el valido de su esposo  Don Álvaro de Luna , se cuenta que en su reclusión en el castillo de Arévalo se paseaba de día y noche gritando ¡Don Álvaro, ¡Don Álvaro…., quizás para comprender la evolución de su mal  halla que tener varios agentes posibles enemigos en la evolución de su mal , los intereses del reino .su reclusión , , le quitaron los hijos  y la muerte prematura a los 14 años de edad de su hijo Alfonso  , “La loca de Arévalo”, Isabel de Portugal casada  con Juan II  , abuela de Juana I de Castilla , que más tarde la historia conocerá como “ Juana la loca “[ii], que también podéis observar al final la galería ..
Al fondo y de lejos se observa a Juana , en el suelo , tiene un plato de comida rancia cerca de ella , está abandonada en sus cabellos y ropas , mientras canta y repite Felipe ,Felipe  no te vayas de mi ….
 - Nuera de nuestro querido “Rey muerto”, es doña Luisa Isabel: por cierto padece de trastorno en el límite de su real persona
(Entra Luisa Isabel sucia, mal oliente, casi desnuda  exponiendo sabinamente sus partes, eructa, da varios pasos y se para en seco; haciendo un pequeño esfuerzo para un ventoseo que se oye hasta en las últimas filas del teatro
EL PÚBLICO:
¡Anda que no estás gorda esa impulsiva!-como se nota que no has trabajado nunca.
EL PUEBLO:
-Esa se infla de comer y no para nunca.
JOSE ROMERO:
 –gusta de enseñar, sus intimidades a criados[iii][3],
Sin ropa interior, mal oliente, se quita los vestidos y con ellos se pone a .limpiar cortinas toda la noche, no le importa ventosear en público  trepando a los árboles.
JOSE ROMERO:
-¡Hacerlos pasar!....Don Populo.
(Se ven a cuidadores y celadores….que intentan….empujar a un enfermo con aspecto desgalichado, con camisón deshilado, sucio, melena blanca hasta la cintura, uñas enormes en pies y manos).
Don Populo:
-Me dicen barberos y una partera Doña Impulsiva….-que necesitan ayuda….-  ha habido que maniatar y poner grilletes a su majestad.
EL PÚBLICO:
¡Otra que esta rellenita!
JOSE ROMERO:
-¡Ayudarles y hacerles pasar!IV ESCENA.
(Se oyen pasos, ruidos casi quejidos y voces y al Animoso –se le oye decir).
DON FELIPE:
_ ¿Por qué?
-¡Porque Me habéis atado!....y ¡habéis roto mis ropas!... ¿No sabéis?- que este camisón es real, perteneció a mi querida y amada Doña Isabel…La Parmesana.
EL PUEBLO:
-¡Eso es lo que tenías que haber hecho! ; Los de tu clase y lavarse las camisas, cada uno; como me las lavo yo.

(Consiguen sentarlo en sillón castellano negro, a la izquierda y algo atrás del escenario, continua hablando algo menos excitado).
DON FELIPE:
(Ahora, con cierto aire y tilde afrancesado en su voz).
 ¡A la que siempre ame!-pues solamente mi destino, me dejaba hacer el amor con ella y yo como gabacho bien dotado necesito hacerlo a diario…el amor…
EL PÚBLICO:
-¿Ya sería menos?...
EL PUEBLO:
¿Pero que eras gabacho?- pero no eras rey de España
DON FELIPE:
- Para controlar mis impulsos-además han intentado envenenarme a través de estas ropas, con astucias y venenos, suelo puedo usar los vestidos de mi amada, además mis ropas brillan hasta de noche, siendo mis rayos suficientes para iluminar  grandes estancias de palacio….
EL PÚBLICO:
-Anda que no está loco, no veas lo que dice el gachón, que esta encendido.
(Continua  hablando , pero ahora y de improviso empieza gesticular con sus hombros y por un momento se escapa del sillón , empezando , a saltar monotamente y con intensidad , alrededor del diván donde se encuentra casi yacente , don Fernando , grita y canta una y otra vez , poniendo en abrupto de nervios , a todos los que allí se encuentran
V ESCENA:
DON FELIPE:
 



(Alternando con otra  música monótona).
-Isabel...Isabel… ¿Dónde estás?-¡te busco y te necesito!
 -Isabel...Isabel… ¿Dónde estás?-¡te busco y te necesito!
-Isabel yo soy Felipe.
 -Isabel...Isabel… ¿Dónde estás?-¡te busco y te necesito!
(Los músicos  del Centro de Filarmonía de estudiantes  maduros y soperos de la ciudad de los califas, acompañan esta melodía, casi riéndose por lo machacón y popular).
EL PÚBLICO:
-Mira si sabe cantar también…
DON GONZALO DEL ROMERAL:
-¡Se va a agotar!…
(No sin grandes esfuerzos mozos y celadores, consiguen, reducirlo y reconducirlo de nuevo al sillón castellano, el protomédico cordobés se levanta y se dirige al enfermo).
DON GONZALO DEL ROMERAL:
-¡Majestad! ....-estáis ante una nueva ola de regias manías….- ¡el enfermo! no sois hoy vos, la gran audiencia es para vuestro hijo Fernando[4].
(Don Felipe ahora está con la mirada ida, como la de aquellos, que están en otros lugares).
EL PUEBLO:
-Otro delicadito-¿este de que padece ahora?-de amores.
GONZALO ROMERAL:
-¡Os voy a dar!, ahora una pócima -¿Que os va a calmar?
EL PUEBLO:
-¡Claro medicinas caras para los que tienen doblones de oro!-¡Para los pobres nada!
-(continuando).
GONZALO ROMERAL:
-Incluso voy a tener la deferencia de daros otro jarabe más.
El PÚBLICO:
-Claro no vais a tener el detalle-que  todos los sanadores ;sois iguales , nada más que la gente del dinero , al pueblo –que lo zurzan-a morirse-a pasar hambre-¡a estar enfermos!-¡que no!- nos cuidáis-que como no sea por doblones ;no nos curáis.
GONZALO DEL ROMERAL:
-Diríamos como mentira piadosa  que va a sanar, vuestra alma, que se encuentra afligida y desprotegida, por si llegara el exitus y os hiciera vagar en la eternidad.
JOSE ROMERO:
-Me imagino que es un sedante, quizás un elixir con opio y los estáis usando para que  con Hipnos tome fuerzas y no se agote e incluso evite intentos de propia lisis.

II ACTO.
I ESCENA.
(Las luces del teatro se dirigen ahora a la derecha y adelante, donde  en un reclinatorio en actitud de rezo, se encuentra una señora de edad casi avanzada, vestida casi de religiosa con una bata blanca).
(El mayordomo, golpeando varias veces con el bastón de llamadas).
(El mayordomo de sala, al ver que las luces se dirigen, hacia esta señora; aprovecha para comentar ahora).
DON POPULO:
-¡allí!- adelante tenemos a esa señora doña moral; que también ha ayudado y ha estado siempre presente en este establecimiento.
(Continuando):
DON POPULO:
-¡El pueblo piensa!...- ¡se pregunta!-¿Cuánto en los males de nuestros reyes ha influido? , esa señora que ahora apunta con su lámparas de cera y luciérnagas; el despabilador.

DOÑA MORAL:
(Sigue callada, sigue con el cuello flexionado y arrodillada en el reclinatorio, no se comunica, continua reflexionando entre rezos y pensamientos pulcros).
(El pueblo con sus ropas rojas y gualdas-dirigiéndose hacia el público de la sala).
EL PUEBLO:
-¡Claro!-Doña Moral-las que controlan todo-diciendo que es lo bueno y que es lo malo y después más que rezar y rezar -¡pero ya está!-para el pueblo las miajas-los donativos-para tranquilizar su alma y su angustia ya solo por existir y  pensar en la muerte.
(Se cierra el telón y se abre de nuevo con nueva escenografía, ahora más en primer plano el diván de cuero repujado y tachuelas de cobre). ::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
ACTO III.ESCENAI.
(Las luces se dirigen ahora al centro del escenario, al diván de cuero negro repujado).
Donde Don Fernando sigue como ido, desposeído, a su izquierda esta, otra dama con una especie de Pamela blanca almidonada, está sentada junto al rey.
(Don José, se levanta de su sillón y se dirige a Don Populo).
JOSE ROMERO:
-¡Venir y ayudarme!-vamos a intentar despertar a Don Fernando, pues el día avanza y debemos tenerlo en cuenta.
EL PUBLICO DIGIENDOSE; AL PUEBLO:
-Pues no duermen ni…, estos reyes
-(continuando).
EL PÚBLICO:
-y menos tonteo de que si esta triste ni na, ponerlo a trabajar hombre, que no ha trabajado nunca-.
-Mucha música, mucho teatro mucha paz “DOMUS REIGI”, pero después no cogido un pico y una pala nunca.
(CONTINUA con voz ya casi a modo de orden).
EL PÚBLICO:
-Ponerlo a trabajar ya con tanto dinero y tierras, que tienen más que los curas y después se lo llevan todo para ellos y encima dicen que todo es” para el pueblo”-“para  el pueblo” –para ellos mismos, c- como va a ser para el pueblo con el hambre que pasamos y tienen la cara de decir  que para el pueblo pero sin el pueblo, bueno en qué quedamos –unos cuantos se lo llevan o “¿no pensáis así?”.
EL PUEBLO  (dirigiéndose al público):
-Para el pueblo -¿no pensáis lo mismo que yo?
EL PUEBLO:
-No va a tener pequeños sueños, si no hace nada más que dormir de día.
-Hártate de trabajar veras  como duermes bien.
EL PUEBLO:
Y tu mujer no te quería, toda su herencia, que estuvo toda su reinando, guardando parte de la hacienda al final se llevó su ajuar, tesoros, cuadros, todo a su Portugal, todas las reinas son iguales, lo mismo que hizo la alemana la parda de Carlos ese rey que teníamos y que el pueblo le llamaban el hechizado, j
Don José Romero se levanta de la mesa que preside junto a sus colegas, con paso firme ahora al medio del escenario, no sin antes disertar algunas palabras  con el público y con el pueblo.
JOSE ROMERO:
-En parte tenéis razón , pero debéis de saber que no todos dentro de nuestra profesión solo atienden a nobles y doblones si no que cuando juramos, prometemos aliviar con nuestro arte a afligidos ,en la medida que podamos sin cobrar nada masque agradecimientos y en muchas ocasiones solo insultos , ya se ocupa de ello nuestro colegio de Protomédicos de Córdoba , y cuántas veces hemos sido amenazados por poderes en contra , recordar a zapata medico cripto-judios perseguido y tantos otros por la inquisición y a sus familias , por supuesto también hay olivas podridas entre nosotros ,pero el aceite de nuestro gremio en general solo busca el bien del pueblo y en más de una ocasión además de curar hemos dado nuestro dinero , cosa que por cierto no he visto hacer a algunos que con la enseña de la bandera roja y gualda y con el pretexto de que son electos hablan por vosotros ,más bien por sus intereses diría yo.
(Tras esto se dirige a Don Populo ¡venir y ayudarme!-¿vamos a intentar?, despertar a don Fernando, tras zarandear con cuidado a su majestad –este se despierta y comenta:
DON FERNANDO:
Nos preocupéis , que no estaba dormido y he escuchado todo ante lo cual solo tengo que decir a mi pueblo ,que sí que estoy triste y que en alguna ocasión he querido quitarme la vida , como bien sabéis vos Don José- que creo que he sido un rey justo y prudente y que si alguna vez fui déspota con masones , egipcianos , con impuestos que no debía cobrar , debéis de tener en cuenta que aunque rey absoluto por la gracia de dios , si contribuí a controlar como dicen los pensadores ilustrados de esta época y de los aires que vienen de Europa , solo con la razón , organice la marina para defender la España de ultramar , organiza y moderniza la arquitectura para la seguridad y embellecimiento de las grandes villas como la de la capital del reino, cree la escuela de arte y oficios , todo bajo la doctrina de esa enciclopedia y pienso , que si alguno de mis súbditos hubiera querido aprender a leer y o escribir , bien es verdad que con mucho esfuerzo de todo un día en el campo las fiestas y las noches podía haber pedido libros en las bibliotecas que cree , en fin que aunque triste y melancólico no fui tan mal rey , no hemos estado en guerras todo lo contrario que esa mala madrastra parmesana que me ha intentado siempre que no sea feliz  y quizás TODA ESTA ENFERMEDAD SE DEBA A TRAUMAS DE MI NIÑEZ QUE YA NUNCA SUPERARE , MAS CUANDO AHORA SE HA IDO  Barbará  y no la tendré más ,



[1] Desde sus primeros años de vida dio muestras de debilidad, escasa inteligencia y abundantes problemas de salud, como la impotencia. Que lo convertían en una persona completamente incapaz para el gobierno...
A lo largo de ese tiempo demostró una salud endeble: no sabía hablar, sufría frecuentes catarros y diarreas, no progresaba a pesar de los múltiples cuidados ni de la medicina aplicada. Otro grave problema era su escasa musculatura que no le permitía sostenerse en pie. Fruto de un posible raquitismo carencial por la falta de vitamina D. Agravado ya que apenas paseaba al aire libre, por temor a los enfriamientos. Durante esos cuatro intensos años no hizo otra cosa que no fuese gatear, solo se mantenía recostado sobre almohadones.
Como patología infecciosa diremos que además de los procedimientos bronquiales, a los seis años padeció sarampión y varicela; a los diez rubeola y a los once viruela. Además de ataques epilépticos hasta los quince, y que volvería a repetirse al final de su vida. Achacados al trauma infantil de haber visto la momia de su padre. Carlos II se caracterizó por su falta de higiene personal, posible motivo de enfermedades e infecciones.
Sin duda lo más preocupante era su escaso desarrollo intelectual.
La debilidad mental de Carlos II le impidió comenzar a hablar de forma correcta hasta los diez años. Además nunca aprendió a leer o escribir correctamente. Teniendo en cuenta las intentonas que se hicieron al respecto, su madre optó por sobreprotegerlo. Mimándolo hasta el punto de no obligarle ni exigirle nada. Una de las pocas obligaciones impuestas, era la lectura durante una hora diaria. Incapaz de aprenderse sus propios reinos, a duras penas memorizó alguna de las oraciones impuestas por su devota madre. Sin embargo destacó en la caza, una de sus grandes aficiones.
Una vez alcanzada la mayoría de edad, a los catorce años, Mariana de Austria consiguió que las Cortes mantuvieran su regencia dos años más. El retraso físico y psíquico de su hijo obligó a tomar esta decisión. Como si fuese consciente de su escasa capacidad intelectual y su precaria salud, mostraba poco interés en regir aquel vastísimo imperio. Carlos II fue proclamado rey en el año 1675 mermado física y mentalmente para el gobierno.
El rey padecía de esterilidad, condición provocada por una enfermedad genital, ya que solo tenía un testículo y era atrófico. Mª Luisa de Orleans, su primera esposa, afirmaba que el rey padecía de eyaculación precoz por lo que nunca pudo consumar sus relaciones sexuales. Después de un año de matrimonio, seguía siendo virgen. Durante los casi diez años que duro su enlace, la salud de su esposo fue deficiente. La pobre Mª Luisa, padeció de  cólicos y problemas intestinales constantes, a causa de las pócimas y alimentos fríos que se vio obligada a tomar para concebir hijos. Pues los médicos del rey no estaban dispuestos a poner en duda la virilidad del monarca.
El fallecimiento de su primera esposa le sumió en una profunda depresión que empeoró su estado de salud. Tanto, que a los treinta parecía un anciano de ochenta, con las rodillas y tobillos inflamados, prácticamente sin pelo (obligado a usar peluca), color amarillento, parpados enrojecidos y la mandíbula cada vez más acentuada. La idea de estar ‘endemoniado ‘le torturaba hasta el punto de padecer alucinaciones. Convirtiendo su vida en un verdadero tormento.
 No hubo manera de que llegase la deseada descendencia. Tampoco culminaron sus relaciones, ya que además de padecer eyaculación precoz era incapaz de engendrar.

[2] Tras pasar tres años en Inglaterra, Farinelli partió para España, quedándose antes algunos meses en Francia, donde cantó ante Luis XV de Francia. En España, donde sólo tenía planeado quedarse unos meses, terminó viviendo casi 25 años. Su voz, empleada por la reina para curar al Rey Felipe V, el primer Borbón, de su depresión melancólica, le ganó tanta influencia con Felipe V que éste no sólo acabaría dándole poder, sino el nombre oficial, de primer ministro. Farinelli era lo suficientemente sabio y modesto para usar ese poder discretamente. Estaba secretamente enamorado de una chica de la nobleza, de la cual no se sabe el nombre completo, solo sus iniciales: S.I.L.
Durante dos décadas, noche tras noche, a Farinelli se le pedía que cantara las mismas canciones al rey. Farinelli fue nombrado director de teatros en Madrid y Aranjuez, y la mayoría de las obras que montó tenían textos dePietro Metastasio. Se le otorgó el rango de caballero en 1750 y se le condecoró con la Cruz de Calatrava. Utilizó su poder en la corte para persuadir a Fernando VI que estableciera la ópera italiana. También colaboró conDomenico Scarlatti, un compañero napolitano que vivía en España. Después del ascenso de Carlos III, Farinelli se retiró a Bolonia con la fortuna que amasó, y allí pasó el resto de sus días con Metastasio, falleciendo pocos meses después que él. Su patrimonio incluía regalos de la realeza y valiosos instrumentos musicales, como un violín Stradivarius, y un clave, construido por Diego Fernández, que le regaló Bárbara de Braganza, y que él bautizo como Correggio.
Farinelli no sólo cantó, sino que también tocó instrumentos musicales con teclado y la viola d'amore. Ocasionalmente compuso, escribió el texto y la música de un adiós a Londres y un aria para Fernando VI, así como sonatas en órganos.

[3][3] Luisa Isabel, como reina, se hizo acreedora de fuertes censuras por su conducta extravagante debido al Trastorno límite de la personalidad que padecía. Luisa Isabel se presentaba ante toda la corte sucia y maloliente, negándose a utilizar ropa interior e intentaba provocar al personal exponiendo sus partes vergonzantes de un
pero luego se escondía y engullía de modo compulsivo todo lo que encontraba a mano, fuera o no comestible. Su comportamiento parecía empeorar con el tiempo, ya que de la noche a la mañana, se la ve limpiando pañuelos, cristales, baldosas, azulejos y tejidos de toda índole en el palacio. Los súbditos allí presentes ven atónitos cómo la soberana se desnuda, agarra su vestido y se afana en limpiar con él los cristales del salón. Incluso Luis horrorizado ante la situación escribió a su padre:
"No veo otro remedio que encerrarla lo más pronto posible, pues su desarreglo va en aumento
Comportamiento[editar]
Desde su llegada a la Corte de los Borbones españoles, Luisa Isabel, fue protagonista de numerosos incidentes, como pasearse sin ropa, eructar, ventosear en público, corretear por los pasillos, y treparse a los árboles, síntomas del Trastorno límite de la personalidad (TLP) y de la Bulimia que padecía.1
Se presentaba ante toda la corte sucia y maloliente, negándose a utilizar ropa interior e intentaba provocar al personal exponiendo sus partes vergonzantes de un modo sibilino. También se dice que se negaba a tocar la comida en la mesa, pero luego se escondía y engullía de modo compulsivo todo lo que encontraba a mano, era o no comestible. Su comportamiento parecía empeorar con el tiempo, ya que de la noche a la mañana, se la ve limpiando pañuelos, cristales, baldosas, azulejos y tejidos de toda índole en el palacio. Los súbditos allí presentes ven atónitos cómo la soberana se desnuda, agarra su vestido y se afana en limpiar con él los cristales del salón. Su marido, el rey Luis, destrozado, escribe a su padre:
"No veo otro remedio que encerrarla lo más pronto posible, pues su desarreglo va en aumento".

[4]

El fallecimiento de la reina produjo un agravamiento en la salud del rey (los reyes estaban profundamente unidos), hasta llegar a un alto grado de locura.15
Durante las periódicas recaídas de la salud de la reina, Fernando VI siempre estuvo y sufrió junto a ella, lo que debilitó su estado de salud. Algunos médicos actuales han supuesto que el rey padecía Alzheimer y que la muerte de la reina aceleró el proceso de la enfermedad. Fernando VI no participó en el cortejo que condujo el cadáver de la reina a Madrid, sino que abandonó Aranjuez el mismo día en que murió doña Bárbara para instalarse en el castillo de Villaviciosa de Odón, acompañado por su hermanastro el infante don Luis. Se pensó que sería un buen lugar porque allí nada le recordaría a la reina y podría distraerse con su afición favorita, la caza. Pero a los diez días aparecieron los primeros síntomas de la enfermedad. Sentía grandes temores de morir o de ahogarse y fue abandonando los asuntos y la caza. [...] El último documento que firmó es de un mes después de la defunción de su esposa y el último despacho del rey con el ministro Wall fue a principios de octubre de 1758, «de pie y en conversación». [...] El rey dejó de hablar, y fue reduciendo sus comidas hasta el punto de que no se alimentaba. Las manías hicieron su aparición y poco después se encerró en una habitación en la que había sito escaso para una cama, donde pasó sus últimos meses.16 Durante ese tiempo se mostró agresivo —«tiene unos impulsos muy grandes de morder a todo el mundo», escribió el infante Luis a su madre Isabel de Farnesio— y para calmarlo le suministraban opio; intentó suicidarse en varias ocasiones y pidió veneno a los médicos o armas de fuego a los miembros de la guardia real; jugaba a fingir que estaba muerto o, envuelto en una sábana, a que era un fantasma. Cada día estaba más delgado y pálido, lo que se unía a la dejadez en su aseo personal. No dormía en la cama sino sobre dos sillas y un taburete.17 Mientras esto sucedía en el castillo de Villaviciosa de Odón, por la "villa y corte" de Madrid circulaban versos como éstos:18
...Si este rey no tiene cura,
¿a qué esperáis o qué hacéis?
Muy presto cumplirá un año
que sin ver a vuestro rey,
os sujetáis a una ley
hija de un continuo engaño





[i] La mezquita de Cordoba esta considerada como lo mas importante del la herencia musulmana en España ,el mas importante  monumento islámico de Occidente  siendo una de las maravillas del mundo por lo cual fue declarada en 1984 Patrimonio Universal de la humanidad
Vilches Millan Jose Luis Cordoba Ayer y hoy  guía  Ediciones Ilustres .Cordoba

[iii]  “La loca de Arévalo”, Isabel de Portugal casada  con Juan II  , abuela de Juana I de Castilla , que más tarde la historia conocerá como “ Juana la loca “, de ella cuentan que era bella , rubia de cabellos algo rojizos dentro de sus delirios está el de celotipia , como anécdotas en su historial psico patológico esta ,la anécdota que el vulgo conocerá como “La felonía del baúl” por el cual encerró a una de sus ayudas futura santa , en un baúl que aún se conserva  en el Monasterio de Las cistercienses en Toledo , allí la tuvo en lugar lúgubre a pan y agua  , durante tres días , otro delirio de su abuela Isabel de Portugal: que se ha podido registrar en este caso, era su enemistad con el valido de su esposo  Don Álvaro de Luna , se cuenta que en su reclusión en el castillo de Arévalo se paseaba de día y noche gritando ¡Don Álvaro, ¡Don Álvaro…., quizás para comprender la evolución de su psicopatología halla que tener varios agentes posibles estresores en la evolución de su enfermedad , los intereses de estado .su reclusión , , le quitaron los hijos  y la muerte prematura a l A los 16 años, Juana embarca en Laredo  con objeto de desposar a don Felipe y convertirse en duquesa de Borgoña. Además del trauma de separación quasi-infantil, se encontrará con un mundo totalmente diferente al suyo. Entre otros rápidos acontecimientos, cabe citar: nueva lengua, nuevas costumbres (las ciudades flamencas le agasajan y festejan con un lujo inusitado) y el descubrimiento del amor y el sexo. Don Felipe era un deportista y un vividor, amante de los torneos, los bailes y los juegos de pelota. Ella, deslumbrada, y él, fascinado por el atractivo de su prometida, adelantan el protocolo de la boda para poder consumar el matrimonio. Probablemente fuera un mero prodigio de la carne porque, salvo con traductor, no se entenderían bien en ningún idioma. Todo ello supone, queramos que no, una ruptura con su pasado.
Los pródromos de la enfermedad aparecen de forma insidiosa en Flandes , cuando Juana tiene 18 años. Se caracterizan por un comportamiento insípido y apático, como no pagar durante meses los sueldos a sus servidores (salvo a los músicos) y despreocuparse de sus deberes al frente de palacio.
Su confesor, de hecho, capta este despego sentimental y lo transmite a la reina Isabel: «Doña Juana... tiene duro el corazón, crudo y sin ninguna piedad». Desde un punto de vista psiquiátrico, cabe la posibilidad de que este desinterés constituya una manifestación incipiente de cierto embotamiento afectivo. En cualquier caso, parece que los síntomas se acentuaron con su primer embarazo, mejoraron con el parto y posteriormente pasó dos años relativamente estable.
Por aquellas fechas,  Juana se convierte en heredera de los tronos de Castilla y Aragón y Felipe se ve a sí mismo como rey, algo que posiblemente nunca había esperado.
 Juana y Felipe parten hacia España para ser proclamados herederos al trono.
,los Reyes Católicos intentan atraer a Felipe a su bando y obligarle a tomar posición en contra de Francia. Éste, sintiéndose sitiado, cerró filas con el obispo Besançon, fiel defensor del rey francés Luis XII. Pero el obispo enfermó inopinadamente y murió de la noche a la mañana. Felipe quedo convencido de que lo habían envenenado y, temiendo por su propia vida, decidió salir de España cuanto antes.
     La princesa se quedó en España a instancias de sus padres, que no le dejaron partir por lo avanzado de su cuarto embarazo. Ante los patentes síntomas de melancolía y congoja, los médicos de cámara de la reina Soto y Gutiérrez de Toledo la examinan: «algunas veces no quiere hablar, otras da muestras de estar transportada, días y noches recostada en un almohadón, con la mirada fija en el vacío». Sale con doña Isabel hacia Segovia y allí continúan las anormalidades: noches sin dormir, días sin comer para de pronto hacerlo vorazmente, alterna la inmovilidad con inesperadas crisis de cólera durante las que nadie osa contrariarla.
A su madre le parece clara la posibilidad de una pérdida de la razón. No se explica de otra forma el proyecto de ley que elabora y en el cual hace constar la salvedad de que si doña Juana se encontrara ausente o mal dispuesta o incapaz de ejercer en persona las funciones reales, ejercería la regencia su padre D. Fernando.
En cualquier caso, dados los tremendos altercados entre madre e hija, los médicos recomiendan la separación, por lo que la infanta es trasladada al castillo de la Mota (Medina del Campo). Aquí parece ser que mejora su conducta y, consecuentemente, su estado físico de la debilidad a la que sus ayunos y velas le habían conducido. El equilibrio se rompe con la llegada a la Mota de una carta de don Felipe: doña Juana pretende partir de inmediato pero se  le niega la cabalgadura), pretende emprender el viaje andando. Se lanza contra la verja, sacude los barrotes, amenaza con ahorcar a Fonseca cuando sea reina, pasea a medio vestir por las torres y almenas y, por la noche (estamos en noviembre castellano) se niega a cobijarse y tienen que hacer una hoguera junto al portón de donde no consiguen llevársela.
Alarmada, la reina acude a visitarla. , su hija «furiosa como una leona púnica», le dijo «palabras de gran desacatamiento.
embarca Juana de nuevo  hacia Flandes. Felipe la recibe con júbilo, pero ella pronto nota su distanciamiento sentimental que atribuye con acierto a extramaritales amoríos. Identificada la rival, ocurre la famosa escena de la que existen dos versiones: según una de ellas, Juana mandó cortar al rape la melena de la joven. Según la otra, es la propia princesa quien lo hace, hiriéndola en la cara con las tijeras. Felipe insulta y puede que golpee a Juana, quien «herida por los malos tratos que le había infligido su esposo, tuvo que guardar cama y poco le faltó para no perder la razón». A partir de entonces, en el seno de una turbulenta relación, Juana alterna las escenas de celos y crisis de furia con diversas técnicas de seducción (maniobras de harén aprendidas de las moriscas de su séquito, baños y bálsamos perfumados, lavándose varias veces al día la cabeza y empleando en ello muchas horas). Esta conducta es extremadamente extraña en el mundo cristiano de la época. Posteriormente comenzará a decir a todo que no, pasando días enteros con la mirada perdida en el vacío, inmóvil y canturreando entre dientes. En otras palabras, da la impresión de que estamos ante un comportamiento bizarro a veces, negativista otras y, quizá, ante posibles soliloquio. Para justificar su duro proceder ante los Reyes Católicos, Felipe encarga , se lleve un diario donde  se asiente al pormenor las irregularidades de Juana y se lo envía a los Reyes.
     Muere la reina Isabel. Don Fernando  no cede la facultad de mandar, apoyándose en el memoria de la propia Isabel, quien «mucho antes de que falleciese... conoció y supo de una enfermedad y pasión que sobrevino a la reina Juana nuestra señora». Para demostrar la locura tira de diario «en que se relataban los accidentes y pasiones e impedimentos que sobrevinieron a la reina doña Juana» y que «la tenían fuera de su libre albedrío».
Felipe  aísla a Juana de cualquier español, convirtiéndola en  cautiva en su propia corte. La siguiente carta de Juana a España será en sentido inverso y probablemente presionada por Felipe, a quién justifica:
«Bien se que el rey mi seño, os hizo llegar carta donde ;escribió allá para justificarse , quejándose de mí en alguna manera, pero esto no debió de salir de entre padres e hijos, cuanto más que si yo usé de pasión y dejé de tener el estado que convenía a mi dignidad, notorio es que no fue otra la causa que los celos; y no sólo se halla en mí esta pasión, más la reina mi Señora, a quién Dios dé Gloria, que fue tan excelente y escogida persona fue asimismo celosa, más el tiempo saneó a su Alteza, como placerá a Dios que hará a mí».
Y termina pidiendo que anuncie su salud a todos y que, aún en el caso de perderla, jamás desposeería a don Felipe del gobierno de Castilla. La carta la escribe el calígrafo de Juana, don Pedro Jiménez y don Fernando hace la interpretación lógica: se trata de una carta escrita bajo coacción por una prisionera.
Mas tarde , Felipe embarca llevando consigo a Juana, a 2.000 lansquenetes y a un grupo de damas de cámara de la reina. Un dato importante, doña Juana las hizo descender de los navíos negándose a emprender viaje si alguna otra mujer iba en la flota. Felipe, como era de esperar, no accede a que la reina de Castilla se presente en su país sin séquito y las hizo reembarcar clandestinamente. Al parecer, ocultar hechos a los enfermos mentales no es nada nuevo y sus consecuencias tampoco: al desembarcar en La Coruña, Juana se entera de que sus doncellas han viajado también en las naves. Hace que embarquen de nuevo y sólo cuando lo hacen baja ella, única mujer entre más de 2.000 hombres.
¿qué se está perfilando aquí?. Probablemente un delirio de celos. El que los celos estén ampliamente motivados no contradice su formulación delirante. Respecto a la motivación, en realidad, tampoco en la época estarían demasiado fundados: no conviene olvidar que, «flechazos» aparte, su casorio era un matrimonio de conveniencia ; ambos cónyuges lo sabían y debían asumirlo. Respecto a su enunciación, los celos son del todo exagerados: ¡que la reina apareciera en Castilla sin su corte de damas es un factor impensable en la época! (se hubiera interpretado como que llegaba prisionera cuando menos). Como contraste con la realidad cabe citar el comportamiento de otra reina celosa: su madre. Los celos de Isabel la Católica tienen el mismo fundamento, si no mayor, que los de su hija y lo que hace es rodearse, con buen criterio, de damas feas y castas, pero no protagoniza extravagantes y absurdos comportamientos.
Durante el viaje ocurre una circunstancia curiosa: una terrible tormenta dispersa la flota y pone a todos en peligro. Mientras don Felipe reza, ataviado con un salvavidas hecho con pellejos hinchados y con un letrero en la espalda en el que pone «el Rey don Felipe» (para su identificación en caso de naufragio), doña Juana permanece impasible y exige que le traigan comida. Alguien propone hacer una colecta para una futura ofrenda en caso de que salven sus vidas. Todos entregan lo que llevan encima: dinero, joyas y pertenencias. Doña Juana simplemente entrega medio ducado. Al preguntarle por qué no tiene miedo responde: «nunca se supo de ningún rey que haya muerto ahogado». ¿Cuál es la interpretación correcta?: valor y serenidad o embotamiento afectivo y conducta inadecuada.
se niega a jurar los antiguos privilegios del reino, a firmar ningún documento, a recibir a los Grandes (que acudían a presentarle sus respetos) y a participar en cualquier acto oficial. ¿Ante que estamos?: Juana se mantiene fiel a su padre o, en realidad, está reflejando una conducta negativista y/o paranoide o, cuando menos, absurda. En cualquier caso, lo que parece cierto es que Felipe la retiene prisionera con objeto de evitar un posible encuentro padre-hija y una cesión de poderes por parte de ésta. No obstante, durante un paseo a caballo, la reina pica espuelas y huye a galope. Informado su marido, logran cercarla en una casa aislada. Se niega a salir y el archiduque no se atreve a hacerlo por la

fuerza (está rodeado de nobles castellanos para los que ella es la reina). Recurre a abandonarla allí mientras la corte marcha a Valladolid. Entonces la reina tiene una reacción sorprendente: les sigue. Si estuviéramos ante una manifestación de fidelidad a su padre, lo más coherente hubiera sido continuar la huida para posteriormente encontrarse con él. La interpretación  , lógicamente es, caracterizar este proceder como una conducta absurda más, o como una conducta dependiente ante sus «cuidadores-carceleros» en este caso, frecuente en el enfermo psicótico.
 Agoniza  Felipe el Hermoso. Durante su rápida enfermedad, Juana le atiende con gran celo y afecto, pero, al fallecer, queda patidifusa como una estatua, sin derramar un lamento: «apenas si mostró talante de duelo en la hora de su defunción, ni tampoco lo hizo durante la dolencia; pero estaba continuamente a su lado, dándole de comer y de beber ella misma, a pesar de estar embarazada, y ni de día ni de noche le dejaba. Estamos, quizá, ante una nueva muestra de cierto entumecimiento afectivo.
Al quedar viuda, Juana de Castilla .  se niega a firmar nada.
«Arrastra una vida desdichada, gozándose en la oscuridad y en el retiro, con la mano en la barbilla y cerrada la boca como si fuera muda. No gusta del trato con nadie y mucho menos con mujeres a las que odia y aparta de sí como hacía en vida de su marido, sin que haya manera de convencerla de que ponga una firma o redacte unas líneas para el gobierno del Estado».
Es decir: mutismo, aislamiento social, delirio de celos y actitud negativista y/o paranoide.
Comparablemente presenta otros cambios cuya posible elucidación psicopatológica se ofrece entre paréntesis. A la muerte del archiduque, sus servidores flamencos procedieron a embalsamar el cadáver. Al principio fue enterrado en la Cartuja de Miraflores, con el consentimiento de Juana. No obstante, por dos veces hace abrir el féretro para asegurarse de que su esposo sigue allí (delirio de robo).
os 14 años de edad de su hijo Alfonso

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