ACTO TEATRAL.
“El
Manicomio Real”.
Obra de
teatro en tres actos del excelentísimo
protomédico Don José Romero en
status onírico, para el regocijo y
tratamiento de la aflicción y males del vapor y demencia temprana de su
excelencia, Don Fernando Vl, Rey de todas las Españas.
Teatro de
los Inocentes,
Presentación
Abertura
telón.
Escenario
donde se vislumbra una mesa rectangular,
alargada al fondo, se oyen algunos ruidos y voces entrecortadas .algunas sillas
y a la derecha y al fondo una puerta con
marco imitando a granito , donde aparece lentamente y por sorpresa después de
unos segundos de silencio un personaje
con levita obscura , sin chupa, medias blancas ,con pinta de medio loco;
con sombrero mal puesto de varias puntas o cuernos aterciopelado en tinte obscuro, se muestra despeinado ,con mechón que cae sobre su frente, mirada al aire ; acompañado de un gran bastón que en su parte superior , termina en una bola pequeña de cobre, como imitando al mundo y en su parte superior una especie de terminal alargado donde parece verse
con sombrero mal puesto de varias puntas o cuernos aterciopelado en tinte obscuro, se muestra despeinado ,con mechón que cae sobre su frente, mirada al aire ; acompañado de un gran bastón que en su parte superior , termina en una bola pequeña de cobre, como imitando al mundo y en su parte superior una especie de terminal alargado donde parece verse
(Enrolladla
una serpiente, se dirige, no sin antes decir en tono fuerte y claro).
DON POPULO:
-¡Muy
Buenas!
(A una
especie de estrado pequeño al que se sube, golpeando por tres veces con este bastón de órdenes,
dirigiéndose al público).
DON POPULO:
-¡Soy don
Populo!, representante de todas las clases oprimidas y ayudante en este hospitalero,
donde he tenido que aguantar a estos reales enfermos.
-Continuando pidiendo permiso.
DON POPULO:
-Me vais a
permitir que vaya presentando e introduciendo a los personajes que nos van acompañar en este lugar; que más
que manicomio real, es un hospitalero de Inocentes -Actores que en algunas
ocasiones también se presentaran uno a uno, incluso sin permiso y por sorpresa.
(Continuando).
DON POPULO:
-Voy a
empezar presentando a alguien muy especial, quizás con el que empezó todo.
-El
protomédico Don Rafael del Potro tenga el honor de entrar a este escenario.
A todo esto
entra con paso lento y firme, con sombrero obscuro de ala ancha y con ropas,
que más de protomédico parece de alguna orden religiosa y de color marrón
tierra, que recuerda al barro, barba a modo de perilla, nariz ligeramente
afilada.
(Se oyen los
pasos amplificados, el público sigue
expectante).
RAFAEL DEL
POTRO:
(Dirigiéndose
al público ficticio y presente, infiere).
-¡Gracias,
Don Populo!; se hacerlo por mí mismo.
RAFAEL DEL
POTRO:
-Soy Don
Rafael del Potro, vengo de la ciudad de los califas y con mi ayuda en otros tiempos,
he pretendido acercarme al que sufre….y transmitir a mis descendientes lo que que
yo mismo herede de mi padre….provengo de las tierras altas de mi provincia, la
de la mezquita[i] y la del
rio Al-quivir y con la ciencia que me dejaron verbalmente y los legados por
escrito de otros, que ayudaron a intentar sanar al prójimo.
EL PÚBLICO:
-¡Vaya rollizo!
-continuando-Rafael del potro-tales son,
cripto-judios e hijos del profeta con sus ciencias y traducciones en escuelas
como la de córdoba y Toledo, he procurado hacer siempre medicas oportunas.
EL PÚBLICO-:
-¡Termina
ya!
EL PÚBLICO:
-¡Vaya
gentuza!
(Por sorpresa
; aparece delante del público ,un personaje especial EL PUEBLO, habla con un
embudo para oírse mejor ,va vestido de modo abanderado con colores amarillo y
granate ; dirigiéndose en plan sorna al
escenario , pero con la intención de que el público , se lo gane , diríamos que
es un poco esa voz o locución; que nadie ha invitado y aprovechándose y o en
sombras , se apodera de la conciencia de todos y además lo hace diciendo que es
un electo ; su nombre ).
EL PUEBLO:
-¡fuera!.....
¿Que empiece ya?
(Añadiendo,
tras una breve pausa).
RAFAEL DEL
POTRO:
-¡Hubo un día!
, donde empezó todo, fui llamado como ayudante del protomédico de cámara de
nuestro rey hechizado.
EL PUEBLO:
-¿De qué va
esto?....
(Añadiendo
poco después).
RAFAEL DEL
POTRO:
-¡Don Carlos
II de España![1], al que
por cierto lo tenemos en este manicomio.
EL PUEBLO:
-¿Ese
es?-¿El que estaba hechizado?
-(Continuando
Rafael del potro-exagerando ahora la voz).
RAFAEL DEL
POTRO:
-Ha sido
tratado de vapores , endemonia miento y de otros males después que algunos
habían sometido a exorcismos , pues se
trata de una personalidad muy dependiente , con cierto grado que ralla desde la
estupidez a la idiocia real, además del mal de las convulsiones.
EL PUEBLO:
¡Termina ya
que te lías mucho!
-(Sigue Don Rafael del Potro comentando).
RAFAEL DEL
POTRO:
-Por lo que
he me hallo ahora aquí presente; en otra curación de un miembro de este grupo
real. ¡Pero en particular! , de Don Fernando, que padece de vapores y melancolía;
invitado por el Director espiritual de este Hospitalero de Inocentes reales,
don José protomédico de Córdoba y solo he de añadir….
(Se lo
piensa por unos momentos, añadiendo).
RAFAEL DEL
POTRO:
-¡Que, si!....que
escribí un libro y que he dejado toda una línea de herencia a mis familiares y allegados.
(Añadiendo ahora….).
RAFAEL DEL
POTRO:
-¡Que
gracias, a Dios!… han continuado todo este rio de pensamiento y ayuda a estos
enfermos.
(Dirigiéndose
con paso rítmico, se oyen amplificados los pasos, hacia la mesa que preside, se
oye, arrastrar la silla).
(Cogiendo un
pergamino que hay sobre la mesa escribe
con pluma, después de mojar en tintero, el acta de la reunión y comienzo de la
asamblea de ayuda y auditoria protomedica).
(Ahora se
gira diciéndose su mirada, a Don Populo y con voz firme comenta).
RAFAEL DEL
POTRO:
-¡Hacer
pasar!, al protomédico y familiar Don Gonzalo del Romeral.
(Se oye una
vez más con tono rítmico tres golpeteos, de la vara de Don Populo).
Este en voz alta,
comenta
DON Populo:
-¡Que pase!,
Don Gonzalo.
(La luz de
la lámpara de cera; se dirige, a la puerta).
Entrando
ahora con estilo más erguido y seguro casi chulesco y con ropas ya más de
estilo recargado ,camisa blanca aflorada con cuello almidonado a modo de
corbata y levita que cubre a chupa de franela con los mismos bordados , se dirige
al centro del escenario.
EL PUEBLO:
¿Quién es?
-¡ese!-Que viene por ahí…II
ESCENA.
Comentando
en voz alta y segura al público que escucha atento:
GONZALO DEL
ROMERAL:
-¡Gracias,
Don Populo! …. yo solo se presentarme; soy Gonzalo del Romeral; vengo de
familia de protomédicos, por cierto, veo hay al fondo en la mesa que preside a
uno de mis ancestros y maestro mío por todo lo referido verbal o por escrito.
EL PUEBLO:
¡Vaya rollizo
de comedia!
GONZALO DEL
ROMERAL:
-Para mí
esto es un honor y felicidad; estar en esta sesión de grupo, en este manicomio real;
en este día junto a él, añadiendo poco después.
GONZALO DEL
ROMERAL:
-¿Me vais a
permitir? …. ¡ahora! …. que sea breve.
EL PUEBLO:
¿Breve?- llevas
ya; más de media jornada.
GONZALO DEL
ROMERAL:
-No voy hablaros ahora ni de currículos ni de
mis intenciones; solamente os, que hice todo lo que pude por ,ayudar junto con
otras personas que me acompañaron…. a las que he invitado yo también personalmente
, como asesores.
Haciendo una
pausa…continúa.
DON GONZALO
DEL ROMERAL:
-Hoy con
gran honor, nos acompaña el gran músico y cantor Don Carlo Brochi.
(Levanta el brazo derecho y señala en la parte frontal del escenario, a
alguien estilizado con capa que cubre su levita, que empieza a cantar
acompañado de la música de haendel una canción hermosísima de nombre Lascia
Ghio Pianga.
[2] Que más adelante conoceréis oiréis cantar
como los ángeles ese Lascia.
EL PÚBLICO:
¿Quién es
ese mariconazo, con voz de?
¿Mujer?...
EL PUEBLO:
¿Ese es? ; ¡El
que se llevó los bolsillos llenos!, de dinero a Italia, por cantar a los reyes.
GONZALO DEL
ROMERAL:
- Contaremos
con otro enfermo de este hospitalero, todo un paradigma de bipolaridad, Don Felipe,
enfermo…. Enfermo que padece…. también de los vapores, con periodos de regias manías
y que algunos, más adelante, igual que yo; hablaran de un solo mal.
Me estoy refiriendo a un protomédico de las catalinas;
un tal Piquer, que aunque invitado, no ha podido venir, pues se encontraba
indispuesto; empezando a hablar ya de
una sola enfermedad, esto ya lo pensaba así, don Rafael; que se trata de una
solo mal.
EL PUEBLO:
¡Vamos que
estaba loco perdido!
DON GONZALO:
-El de los vapores y la melancolía y que
ciertas épocas de esta enfermedad se alternan en el tiempo e incluso si en las épocas de regias manías…. ¿no ayudamos
con nuestro saber? , el enfermo se agotara ¿pudiendo entrar en la demencia con
locura?....
EL PÚBLICO:
¡Melancolía!-yo
les daba; dos días de campo –recogiendo aceitunas.
EL PUEBLO:
¡Mucho
rollo!-es lo que tienen estos reyes –que no han trabajado nunca.
EL PÚBLICO:
-¡Así esta
España, y como la dejaron!
(Añadiendo ahora).
DON GONZALO
DEL ROMERAL:
-¡Perdonar!,
pero ahora voy a saludar a la familia.
(Se dirige
hacia la mesa, Don Rafael del Potro; se levanta, dándose acto seguido un gran
abrazo, insinuándole este con un gesto de su antebrazo, que se siente a su derecha).
Don Gonzalo,
se sienta arrima su silla.
(Don Rafael,
dirigiéndose ahora con la mirada a Don
Populo, comenta).
RAFAEL DEL
POTRO:
-¡Por favor,
Don Populo, en nombre de lo que representáis!
RAFAEL DEL
POTRO:
-Poner algo
de orden…
EL PUEBLO:
-No hacían
más que comer y no trabajaban.
RAFAEL DEL
POTRO:
-Hacer pasar al Director espiritual de este
manicomio real y Hospitalero de reales inocentes; Don José romero de Córdoba y
no os preocupéis.
EL PÚBLICO:
-¡Manicomio!...
¡Ahí!-¿había
que meter a más de uno?
RAFAEL DEL POTRO:
-ya le paso
yo el deseo de que; a partir de ahora continúe, con la dirección también de
este acto de cura en grupo,
(Don populo;
una vez más marca tres golpeteos rítmicos y duros, con su bastón de llamada-añadiendo).
DON POPULO:
-¡Que pase
Don José!
III
ESCENA.
(Las luces
de escena iluminan completamente a una figura erguida).
(Mientras
alguien casi escondido, enciende y
paga las luces, que hay delante del escenario,
lleva un sombrero con una vela encendida).
EL PÚBLICO:
-¡Al de las
luces! -¡Que se le quema el gorro con la
vela!
EL PUEBLO:
¿Qué mete fuego,
a todo el teatro?
-(Don José con
levita; más clara ,en tono beige y con más detalles en las bocamangas ,se dirige al centro del escenario ; mirando
ahora a un diván de cuero repujado ,negro con tachuelas en los bordes , que
recuerda ,al estilo neoclásico , donde se encuentra tendido un enfermo de este
manicomio y para el que se ha organizado este acto de curación en grupo , pues
su mal , que algunos tildarían de mal de amores , corre urgencia en sanar , se
trata del enfermo real Don Fernando VI de España, tras lo cual , don José añade).
JOSE ROMERO:
-¡Pues he me
aquí! …. me presento; soy protomédico he sido examinado, en protoaudiencia y
debo agradecer a los que vinieron antes además de sus saberes.
EL PUEBLO:
¡Todos sois
de Córdoba! ¡Y habéis estudiado mucho!
JOSE ROMERO:
- El que
estén aquí hoy; una vez más, para ayudarme en la curación de este mal que por otra parte…. Avanza y me temo que
estos vapores y melancolías, lleguen ya
hacia la demencia con locura.
(Descansa por
momentos y continúa narrando).
JOSE ROMERO:
-¡ya me han comentado y hemos observado! …. ¡en
este enfermo épocas de irritabilidad! …. ¡de no dormir! , incluso de dejadez en sus
apariencias y se niega a comer…. ¡incluso lo más grave! , ha faltado a misa, ha
intentado quitarse la vida, no comprendiendo, que él no es nada; que se debe a
su reino, por muy afligido que este, por la muerte de esa fea mujer portuguesa
de cara, pero bella como ninguna en sus conocimientos y sentimientos hacia la
cultura y artes.
Añadiendo,
acto seguido.
JOSE ROMERO:
-He sido
llamado a la corte por mis conocimientos y escritos, sobre los males del alma y
quiero ahora; ayudar y afinar en el diagnóstico y tratamiento de Don Fernando.
EL PUEBLO:
¡ALMA!....-Armas
les daba yo para que nos defendieran y trabajaran –que no han luchado ni
trabajado nunca -que luego se quedan siempre en la retaguardia - guardando su
dinero y sus palacios.
JOSE ROMERO:
(Después de
dirigirse a la mesa, ahora se gira y comenta
con el público, mirándolo descaradamente).
(Aparece por
sorpresa, con una voz grave, que sale de una nube –que cuelga del techo).
DOÑA
REALIDAD:
-¡Os, aviso
de antemano! ; Que está muy triste.
EL PÚBLICO:
-¿Triste?-¡triste
yo!-que no tengo ni para comer –ni yo; ni los míos.
DOÑA
REALIDAD:
-Hace menos
de un año, que se ha muerto su mujer Doña Barbará de Braganza, del mal de los
reyes, que después de dejarla en el convento y palacio real de las Salesas de
Mayrit, convento que ella pago con su patrimonio.
EL PÚBLICO:
¡Más bien
–con nuestro dinero!
EL PUEBLO:
-¡Claro!-se quedó
con todo el tesoro real y como no tenía hijos, se lo llevaron los lusos- para
su familia -aquí en España, no dejo nada.
EL PÚBLICO:
-Y para el
pueblo menos, el pueblo siempre el último.
DOÑA
REALIDAD:
-Después se
recluyo en el sitio real de Villaviciosa de Odón; donde paso media vida, entre
insomnios, desesperanzas y periodos de abaratamiento como el de ahora.
(Continuando
y se va perdiendo con pasos lentos, mientras habla en voz baja).
JOSE ROMERO:
-¡Pero ya los
despertaremos!...para curarlo entre todos…. ¿para qué nos cuente de su mal?
(Continúa
relatando).
JOSE ROMERO:
¡AHORA!... –
vamos a llamar a otros enfermos reales de este manicomio de inocentes -¡para
eso!
JOSE ROMERO:
(con voz alta dirigiéndose a todos).
-¡Don Populo
hacerlos venir!; después de sentarme con mis compañeros.
EL PUEBLO:
¡Si
siéntate!- ¡-! ¿Has trabajado mucho?
-continuando-en la mesa que preside este acto.
JOSE ROMERO:
-Hacer pasar
a Don Felipe –enfermo que conoce muy bien…. Don Gonzalo del Romeral, que junto
a su nuera….Luisa Isabel, que también tenemos ingresada en el ala de mujeres reales….
Además en
este ala del hospitalero tenemos también a la “Loca de Arévalo” princesa de Portugal y Reina de España ,
bella rubia de cabello rojizo ,casada
con Juan II, que en su diagnóstico
estaba la celotipia y que en uno
de sus delirios , que transcenderá a la
historia como “La felonía del baúl” , no tuvo a mas , que a su servidora tenerla encerrada durante tres días en este baúl a candado y en
lugar lúgubre
“La loca de Arévalo”, Isabel de Portugal casada
con Juan II , abuela de Juana I
de Castilla , que más tarde la historia conocerá como “ Juana la loca “ que
también tenemos en este ala de mujeres del hospitalero de inocentes , de ella
cuentan que era bella , rubia de cabellos algo rojizos padecía de celos
enfermizos , como anécdotas en su
historial del mal de la mente esta ,la
anécdota que el pueblo conocerá como “La
felonía del baúl” por el cual encerró a una de sus ayudas la cual era toda una santa , en un baúl en el Monasterio de Las cistercienses en
Toledo , allí la tuvo en lugar lúgubre a pan y agua , durante tres días , otro delirio de Isabel de
Portugal, era su enemistad con el valido de su esposo Don Álvaro de Luna , se cuenta que en su
reclusión en el castillo de Arévalo se paseaba de día y noche gritando ¡Don
Álvaro, ¡Don Álvaro…., quizás para comprender la evolución de su mal halla que tener varios agentes posibles
enemigos en la evolución de su mal , los intereses del reino .su reclusión , ,
le quitaron los hijos y la muerte
prematura a los 14 años de edad de su hijo Alfonso , “La loca de Arévalo”,
Isabel de Portugal casada con Juan
II , abuela de Juana I de Castilla , que
más tarde la historia conocerá como “ Juana la loca “[ii],
que también podéis observar al final la galería ..
Al fondo y de lejos se observa a Juana , en el suelo ,
tiene un plato de comida rancia cerca de ella , está abandonada en sus cabellos
y ropas , mientras canta y repite Felipe ,Felipe no te vayas de mi ….
- Nuera de nuestro querido “Rey muerto”, es
doña Luisa Isabel: por cierto padece de trastorno en el límite de su real
persona
(Entra Luisa
Isabel sucia, mal oliente, casi desnuda exponiendo
sabinamente sus partes, eructa, da varios pasos y se para en seco; haciendo un
pequeño esfuerzo para un ventoseo que se oye hasta en las últimas filas del
teatro
EL PÚBLICO:
¡Anda que no
estás gorda esa impulsiva!-como se nota que no has trabajado nunca.
EL PUEBLO:
-Esa se
infla de comer y no para nunca.
JOSE ROMERO:
Sin ropa interior,
mal oliente, se quita los vestidos y con ellos se pone a .limpiar cortinas toda
la noche, no le importa ventosear en público
trepando a los árboles.
JOSE ROMERO:
-¡Hacerlos
pasar!....Don Populo.
(Se ven a
cuidadores y celadores….que intentan….empujar a un enfermo con aspecto desgalichado,
con camisón deshilado, sucio, melena blanca hasta la cintura, uñas enormes en
pies y manos).
Don Populo:
-Me dicen
barberos y una partera Doña Impulsiva….-que necesitan ayuda….- ha habido que maniatar y poner grilletes a su
majestad.
EL PÚBLICO:
¡Otra que
esta rellenita!
JOSE ROMERO:
-¡Ayudarles
y hacerles pasar!IV
ESCENA.
(Se oyen pasos,
ruidos casi quejidos y voces y al Animoso –se le oye decir).
DON FELIPE:
_ ¿Por qué?
-¡Porque Me habéis
atado!....y ¡habéis roto mis ropas!... ¿No sabéis?- que este camisón es real,
perteneció a mi querida y amada Doña Isabel…La Parmesana.
EL PUEBLO:
-¡Eso es lo
que tenías que haber hecho! ; Los de tu clase y lavarse las camisas, cada uno;
como me las lavo yo.
(Consiguen
sentarlo en sillón castellano negro, a la izquierda y algo atrás del escenario,
continua hablando algo menos excitado).
DON FELIPE:
(Ahora, con
cierto aire y tilde afrancesado en su voz).
¡A la que siempre ame!-pues solamente mi
destino, me dejaba hacer el amor con ella y yo como gabacho bien dotado
necesito hacerlo a diario…el amor…
EL PÚBLICO:
-¿Ya sería
menos?...
EL PUEBLO:
¿Pero que
eras gabacho?- pero no eras rey de España
DON FELIPE:
- Para
controlar mis impulsos-además han intentado envenenarme a través de estas
ropas, con astucias y venenos, suelo puedo usar los vestidos de mi amada, además
mis ropas brillan hasta de noche, siendo mis rayos suficientes para
iluminar grandes estancias de palacio….
EL PÚBLICO:
-Anda que no
está loco, no veas lo que dice el gachón, que esta encendido.
(Continua hablando , pero ahora y de improviso empieza
gesticular con sus hombros y por un momento se escapa del sillón , empezando ,
a saltar monotamente y con intensidad , alrededor del diván donde se encuentra
casi yacente , don Fernando , grita y canta una y otra vez , poniendo en
abrupto de nervios , a todos los que allí se encuentran
V
ESCENA:
DON FELIPE:
(Alternando
con otra música monótona).
-Isabel...Isabel…
¿Dónde estás?-¡te busco y te necesito!
-Isabel...Isabel… ¿Dónde estás?-¡te busco y te
necesito!
-Isabel yo
soy Felipe.
-Isabel...Isabel… ¿Dónde estás?-¡te busco y te
necesito!
(Los
músicos del Centro de Filarmonía de estudiantes
maduros y soperos de la ciudad de los califas,
acompañan esta melodía, casi riéndose por lo machacón y popular).
EL PÚBLICO:
-Mira si
sabe cantar también…
DON GONZALO
DEL ROMERAL:
-¡Se va a
agotar!…
(No sin
grandes esfuerzos mozos y celadores, consiguen, reducirlo y reconducirlo de
nuevo al sillón castellano, el protomédico cordobés se levanta y se dirige al
enfermo).
DON GONZALO
DEL ROMERAL:
-¡Majestad!
....-estáis ante una nueva ola de regias manías….- ¡el enfermo! no sois hoy
vos, la gran audiencia es para vuestro hijo Fernando[4].
(Don Felipe
ahora está con la mirada ida, como la de aquellos, que están en otros lugares).
EL PUEBLO:
-Otro delicadito-¿este
de que padece ahora?-de amores.
GONZALO
ROMERAL:
-¡Os voy a
dar!, ahora una pócima -¿Que os va a calmar?
EL PUEBLO:
-¡Claro
medicinas caras para los que tienen doblones de oro!-¡Para los pobres nada!
-(continuando).
GONZALO
ROMERAL:
-Incluso voy
a tener la deferencia de daros otro jarabe más.
El PÚBLICO:
-Claro no
vais a tener el detalle-que todos los
sanadores ;sois iguales , nada más que la gente del dinero , al pueblo –que lo
zurzan-a morirse-a pasar hambre-¡a estar enfermos!-¡que no!- nos cuidáis-que
como no sea por doblones ;no nos curáis.
GONZALO DEL
ROMERAL:
-Diríamos
como mentira piadosa que va a sanar,
vuestra alma, que se encuentra afligida y desprotegida, por si llegara el
exitus y os hiciera vagar en la eternidad.
JOSE ROMERO:
-Me imagino
que es un sedante, quizás un elixir con opio y los estáis usando para que con Hipnos tome fuerzas y no se agote e
incluso evite intentos de propia lisis.
II ACTO.
I
ESCENA.
(Las luces
del teatro se dirigen ahora a la derecha y adelante, donde en un reclinatorio en actitud de rezo, se
encuentra una señora de edad casi avanzada, vestida casi de religiosa con una
bata blanca).
(El mayordomo,
golpeando varias veces con el bastón de llamadas).
(El
mayordomo de sala, al ver que las luces se dirigen, hacia esta señora; aprovecha
para comentar ahora).
DON POPULO:
-¡allí!-
adelante tenemos a esa señora doña moral; que también ha ayudado y ha estado
siempre presente en este establecimiento.
(Continuando):
DON POPULO:
-¡El pueblo
piensa!...- ¡se pregunta!-¿Cuánto en los males de nuestros reyes ha influido? ,
esa señora que ahora apunta con su lámparas de cera y luciérnagas; el
despabilador.
DOÑA MORAL:
(Sigue callada,
sigue con el cuello flexionado y arrodillada en el reclinatorio, no se comunica,
continua reflexionando entre rezos y pensamientos pulcros).
(El pueblo
con sus ropas rojas y gualdas-dirigiéndose hacia el público de la sala).
EL PUEBLO:
-¡Claro!-Doña
Moral-las que controlan todo-diciendo que es lo bueno y que es lo malo y
después más que rezar y rezar -¡pero ya está!-para el pueblo las miajas-los
donativos-para tranquilizar su alma y su angustia ya solo por existir y pensar en la muerte.
(Se cierra
el telón y se abre de nuevo con nueva escenografía, ahora más en primer plano
el diván de cuero repujado y tachuelas de cobre). ::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
ACTO III.ESCENAI.
(Las luces
se dirigen ahora al centro del escenario, al diván de cuero negro repujado).
Donde Don
Fernando sigue como ido, desposeído, a su izquierda esta, otra dama con una
especie de Pamela blanca almidonada, está sentada junto al rey.
(Don José,
se levanta de su sillón y se dirige a Don Populo).
JOSE ROMERO:
-¡Venir y
ayudarme!-vamos a intentar despertar a Don Fernando, pues el día avanza y
debemos tenerlo en cuenta.
EL PUBLICO DIGIENDOSE;
AL PUEBLO:
-Pues no
duermen ni…, estos reyes
-(continuando).
EL PÚBLICO:
-y menos
tonteo de que si esta triste ni na, ponerlo a trabajar hombre, que no ha
trabajado nunca-.
-Mucha
música, mucho teatro mucha paz “DOMUS REIGI”, pero después no cogido un pico y
una pala nunca.
(CONTINUA
con voz ya casi a modo de orden).
EL PÚBLICO:
-Ponerlo a
trabajar ya con tanto dinero y tierras, que tienen más que los curas y después
se lo llevan todo para ellos y encima dicen que todo es” para el
pueblo”-“para el pueblo” –para ellos mismos,
c- como va a ser para el pueblo con el hambre que pasamos y tienen la cara de
decir que para el pueblo pero sin el pueblo,
bueno en qué quedamos –unos cuantos se lo llevan o “¿no pensáis así?”.
EL
PUEBLO (dirigiéndose al público):
-Para el
pueblo -¿no pensáis lo mismo que yo?
EL PUEBLO:
-No va a
tener pequeños sueños, si no hace nada más que dormir de día.
-Hártate de
trabajar veras como duermes bien.
EL PUEBLO:
Y tu mujer
no te quería, toda su herencia, que estuvo toda su reinando, guardando parte de
la hacienda al final se llevó su ajuar, tesoros, cuadros, todo a su Portugal,
todas las reinas son iguales, lo mismo que hizo la alemana la parda de Carlos
ese rey que teníamos y que el pueblo le llamaban el hechizado, j
Don José
Romero se levanta de la mesa que preside junto a sus colegas, con paso firme
ahora al medio del escenario, no sin antes disertar algunas palabras con el público y con el pueblo.
JOSE ROMERO:
-En parte
tenéis razón , pero debéis de saber que no todos dentro de nuestra profesión
solo atienden a nobles y doblones si no que cuando juramos, prometemos aliviar
con nuestro arte a afligidos ,en la medida que podamos sin cobrar nada masque
agradecimientos y en muchas ocasiones solo insultos , ya se ocupa de ello
nuestro colegio de Protomédicos de Córdoba , y cuántas veces hemos sido
amenazados por poderes en contra , recordar a zapata medico cripto-judios
perseguido y tantos otros por la inquisición y a sus familias , por supuesto
también hay olivas podridas entre nosotros ,pero el aceite de nuestro gremio en
general solo busca el bien del pueblo y en más de una ocasión además de curar
hemos dado nuestro dinero , cosa que por cierto no he visto hacer a algunos que
con la enseña de la bandera roja y gualda y con el pretexto de que son electos
hablan por vosotros ,más bien por sus intereses diría yo.
(Tras esto
se dirige a Don Populo ¡venir y ayudarme!-¿vamos a intentar?, despertar a don
Fernando, tras zarandear con cuidado a su majestad –este se despierta y
comenta:
DON
FERNANDO:
Nos
preocupéis , que no estaba dormido y he escuchado todo ante lo cual solo tengo
que decir a mi pueblo ,que sí que estoy triste y que en alguna ocasión he
querido quitarme la vida , como bien sabéis vos Don José- que creo que he sido
un rey justo y prudente y que si alguna vez fui déspota con masones ,
egipcianos , con impuestos que no debía cobrar , debéis de tener en cuenta que
aunque rey absoluto por la gracia de dios , si contribuí a controlar como dicen
los pensadores ilustrados de esta época y de los aires que vienen de Europa ,
solo con la razón , organice la marina para defender la España de ultramar ,
organiza y moderniza la arquitectura para la seguridad y embellecimiento de las
grandes villas como la de la capital del reino, cree la escuela de arte y
oficios , todo bajo la doctrina de esa enciclopedia y pienso , que si alguno de
mis súbditos hubiera querido aprender a leer y o escribir , bien es verdad que
con mucho esfuerzo de todo un día en el campo las fiestas y las noches podía
haber pedido libros en las bibliotecas que cree , en fin que aunque triste y melancólico
no fui tan mal rey , no hemos estado en guerras todo lo contrario que esa mala madrastra
parmesana que me ha intentado siempre que no sea feliz y quizás TODA ESTA ENFERMEDAD SE DEBA A TRAUMAS
DE MI NIÑEZ QUE YA NUNCA SUPERARE , MAS CUANDO AHORA SE HA IDO Barbará
y no la tendré más ,
[1] Desde sus primeros años de vida dio muestras de
debilidad, escasa inteligencia y abundantes problemas de salud, como la
impotencia. Que lo convertían en una persona completamente incapaz para el
gobierno...
A lo largo de ese tiempo demostró una salud endeble: no sabía hablar,
sufría frecuentes catarros y diarreas, no progresaba a pesar de los múltiples
cuidados ni de la medicina aplicada. Otro grave problema era su escasa
musculatura que no le permitía sostenerse en pie. Fruto de un posible raquitismo
carencial por la falta de vitamina D. Agravado ya que apenas paseaba al aire
libre, por temor a los enfriamientos. Durante esos cuatro intensos años no hizo
otra cosa que no fuese gatear, solo se mantenía recostado sobre almohadones.
Como patología infecciosa diremos que
además de los procedimientos bronquiales, a los seis años padeció sarampión y
varicela; a los diez rubeola y a los once viruela. Además de ataques
epilépticos hasta los quince, y que volvería a repetirse al final de su vida.
Achacados al trauma infantil de haber visto la momia de su padre. Carlos II se
caracterizó por su falta de higiene personal, posible motivo de enfermedades e
infecciones.
Sin duda lo más preocupante era su escaso
desarrollo intelectual.
La debilidad mental de Carlos II le
impidió comenzar a hablar de forma correcta hasta los diez años. Además nunca
aprendió a leer o escribir correctamente. Teniendo en cuenta las intentonas que
se hicieron al respecto, su madre optó por sobreprotegerlo. Mimándolo hasta el
punto de no obligarle ni exigirle nada. Una de las pocas obligaciones
impuestas, era la lectura durante una hora diaria. Incapaz de aprenderse sus
propios reinos, a duras penas memorizó alguna de las oraciones impuestas por su
devota madre. Sin embargo destacó en la caza, una de sus grandes aficiones.
Una vez alcanzada la mayoría de edad, a
los catorce años, Mariana de Austria consiguió que las Cortes mantuvieran su
regencia dos años más. El retraso físico y psíquico de su hijo obligó a tomar
esta decisión. Como si fuese consciente de su escasa capacidad intelectual y su
precaria salud, mostraba poco interés en regir aquel vastísimo imperio. Carlos
II fue proclamado rey en el año 1675 mermado física y mentalmente para el
gobierno.
El rey padecía de esterilidad, condición
provocada por una enfermedad genital, ya que solo tenía un testículo y era
atrófico. Mª Luisa de Orleans, su primera esposa, afirmaba que el rey padecía
de eyaculación precoz por lo que nunca pudo consumar sus relaciones sexuales.
Después de un año de matrimonio, seguía siendo virgen. Durante los casi diez
años que duro su enlace, la salud de su esposo fue deficiente. La pobre Mª
Luisa, padeció de cólicos y problemas intestinales constantes, a causa de
las pócimas y alimentos fríos que se vio obligada a tomar para concebir hijos.
Pues los médicos del rey no estaban dispuestos a poner en duda la virilidad del
monarca.
El fallecimiento de su primera esposa le
sumió en una profunda depresión que empeoró su estado de salud. Tanto, que a
los treinta parecía un anciano de ochenta, con las rodillas y tobillos
inflamados, prácticamente sin pelo (obligado a usar peluca), color amarillento,
parpados enrojecidos y la mandíbula cada vez más acentuada. La idea de estar ‘endemoniado ‘le torturaba hasta el punto de padecer
alucinaciones. Convirtiendo su vida en un verdadero tormento.
No
hubo manera de que llegase la deseada descendencia. Tampoco culminaron sus
relaciones, ya que además de padecer eyaculación precoz era incapaz de
engendrar.
[2]
Tras
pasar tres años en Inglaterra,
Farinelli partió para España,
quedándose antes algunos meses en Francia, donde
cantó ante Luis XV de Francia. En España, donde sólo tenía
planeado quedarse unos meses, terminó viviendo casi 25 años. Su voz, empleada
por la reina para curar al Rey Felipe V, el primer Borbón, de su depresión
melancólica, le ganó tanta influencia con Felipe V que éste no sólo acabaría
dándole poder, sino el nombre oficial, de primer
ministro. Farinelli era lo suficientemente sabio y modesto para usar ese
poder discretamente. Estaba secretamente enamorado de una chica de la nobleza,
de la cual no se sabe el nombre completo, solo sus iniciales: S.I.L.
Durante dos décadas, noche tras
noche, a Farinelli se le pedía que cantara las mismas canciones al rey.
Farinelli fue nombrado director de teatros en Madrid y Aranjuez, y la
mayoría de las obras que montó tenían textos dePietro
Metastasio. Se le otorgó el rango de caballero en 1750 y se le
condecoró con la Cruz de
Calatrava. Utilizó su poder en la corte para persuadir a Fernando VI que
estableciera la ópera italiana. También colaboró conDomenico Scarlatti, un compañero napolitano que
vivía en España. Después del ascenso de Carlos III, Farinelli se retiró a Bolonia con la fortuna que amasó, y allí pasó el
resto de sus días con Metastasio,
falleciendo pocos meses después que él. Su patrimonio incluía regalos de la realeza
y valiosos instrumentos musicales, como un violín Stradivarius, y un clave,
construido por Diego Fernández, que le
regaló Bárbara de Braganza, y que él bautizo como
Correggio.
Farinelli no sólo cantó, sino que
también tocó instrumentos musicales con teclado y la viola
d'amore. Ocasionalmente compuso, escribió el texto y la música de un
adiós a Londres y un aria para Fernando VI, así como sonatas en órganos.
[3][3]
Luisa Isabel, como reina, se hizo acreedora de fuertes censuras por su conducta
extravagante debido al Trastorno límite de la personalidad que padecía. Luisa
Isabel se presentaba ante toda la corte sucia y maloliente, negándose a
utilizar ropa interior e intentaba provocar al personal exponiendo sus partes
vergonzantes de un
pero luego se escondía y engullía de modo compulsivo
todo lo que encontraba a mano, fuera o no comestible. Su comportamiento parecía
empeorar con el tiempo, ya que de la noche a la mañana, se la ve limpiando
pañuelos, cristales, baldosas, azulejos y tejidos de toda índole en el palacio.
Los súbditos allí presentes ven atónitos cómo la soberana se desnuda, agarra su
vestido y se afana en limpiar con él los cristales del salón. Incluso Luis
horrorizado ante la situación escribió a su padre:
"No veo otro remedio que encerrarla lo más pronto
posible, pues su desarreglo va en aumento
Comportamiento[editar]
Desde su llegada a la Corte de los Borbones españoles,
Luisa Isabel, fue protagonista de numerosos incidentes, como pasearse sin ropa,
eructar, ventosear en público, corretear por los pasillos, y treparse a los
árboles, síntomas del Trastorno límite de la personalidad (TLP) y de la Bulimia
que padecía.1
Se presentaba ante toda la corte sucia y maloliente,
negándose a utilizar ropa interior e intentaba provocar al personal exponiendo
sus partes vergonzantes de un modo sibilino. También se dice que se negaba a
tocar la comida en la mesa, pero luego se escondía y engullía de modo
compulsivo todo lo que encontraba a mano, era o no comestible. Su
comportamiento parecía empeorar con el tiempo, ya que de la noche a la mañana,
se la ve limpiando pañuelos, cristales, baldosas, azulejos y tejidos de toda
índole en el palacio. Los súbditos allí presentes ven atónitos cómo la soberana
se desnuda, agarra su vestido y se afana en limpiar con él los cristales del
salón. Su marido, el rey Luis, destrozado, escribe a su padre:
"No veo otro remedio que encerrarla lo más pronto
posible, pues su desarreglo va en aumento".
[4]
El fallecimiento de la reina
produjo un agravamiento en la salud del rey (los reyes estaban profundamente
unidos), hasta llegar a un alto grado de locura.15
Durante las periódicas recaídas
de la salud de la reina, Fernando VI siempre estuvo y sufrió junto a ella, lo
que debilitó su estado de salud. Algunos médicos actuales han supuesto que el
rey padecía Alzheimer y que la muerte de la reina aceleró el
proceso de la enfermedad. Fernando VI no participó en el cortejo que condujo el
cadáver de la reina a Madrid, sino que abandonó Aranjuez el mismo día en que
murió doña Bárbara para instalarse en el castillo de Villaviciosa de Odón, acompañado por su hermanastro
el infante don Luis. Se pensó que sería un buen lugar porque allí nada le
recordaría a la reina y podría distraerse con su afición favorita, la caza.
Pero a los diez días aparecieron los primeros síntomas de la enfermedad. Sentía grandes temores de morir o
de ahogarse y fue abandonando los asuntos y la caza. [...] El último documento
que firmó es de un mes después de la defunción de su esposa y el último
despacho del rey con el ministro Wall fue a principios de octubre de 1758, «de
pie y en conversación». [...] El rey dejó de hablar, y fue reduciendo sus
comidas hasta el punto de que no se alimentaba. Las manías hicieron su
aparición y poco después se encerró en una habitación en la que había sito
escaso para una cama, donde pasó sus últimos meses.16 Durante ese tiempo se mostró agresivo —«tiene
unos impulsos muy grandes de morder a todo el mundo», escribió el infante Luis
a su madre Isabel de Farnesio— y para calmarlo le suministraban opio; intentó
suicidarse en varias ocasiones y pidió veneno a los médicos o armas de fuego a
los miembros de la guardia real; jugaba a fingir que estaba muerto o, envuelto
en una sábana, a que era un fantasma. Cada día estaba más delgado y pálido, lo
que se unía a la dejadez en su aseo personal. No dormía en la cama sino sobre
dos sillas y un taburete.17 Mientras esto sucedía en el castillo de
Villaviciosa de Odón, por la "villa y corte" de Madrid circulaban
versos como éstos:18
...Si este rey no tiene cura,
¿a qué esperáis o qué hacéis?
Muy presto cumplirá un año
que sin ver a vuestro rey,
os sujetáis a una ley
Muy presto cumplirá un año
que sin ver a vuestro rey,
os sujetáis a una ley
hija de un
continuo engaño
[i] La mezquita de Cordoba esta considerada como lo mas
importante del la herencia musulmana en España ,el mas importante monumento islámico de Occidente siendo una de las maravillas del mundo por lo
cual fue declarada en 1984 Patrimonio Universal de la humanidad
Vilches Millan Jose Luis
Cordoba Ayer y hoy guía Ediciones Ilustres .Cordoba
[iii]
“La loca de Arévalo”, Isabel de Portugal
casada con Juan II , abuela de Juana I de Castilla , que más
tarde la historia conocerá como “ Juana la loca “, de ella cuentan que era
bella , rubia de cabellos algo rojizos dentro de sus delirios está el de
celotipia , como anécdotas en su historial psico patológico esta ,la anécdota
que el vulgo conocerá como “La felonía del baúl” por el cual encerró a una de
sus ayudas futura santa , en un baúl que aún se conserva en el Monasterio de Las cistercienses en
Toledo , allí la tuvo en lugar lúgubre a pan y agua , durante tres días , otro delirio de su
abuela Isabel de Portugal: que se ha podido registrar en este caso, era su
enemistad con el valido de su esposo Don
Álvaro de Luna , se cuenta que en su reclusión en el castillo de Arévalo se
paseaba de día y noche gritando ¡Don Álvaro, ¡Don Álvaro…., quizás para
comprender la evolución de su psicopatología halla que tener varios agentes
posibles estresores en la evolución de su enfermedad , los intereses de estado
.su reclusión , , le quitaron los hijos
y la muerte prematura a l A los 16 años, Juana embarca en Laredo con objeto de desposar a don Felipe y convertirse
en duquesa de Borgoña. Además del trauma de separación quasi-infantil, se
encontrará con un mundo totalmente diferente al suyo. Entre otros rápidos
acontecimientos, cabe citar: nueva lengua, nuevas costumbres (las ciudades
flamencas le agasajan y festejan con un lujo inusitado) y el descubrimiento del
amor y el sexo. Don Felipe era un deportista y un vividor, amante de los
torneos, los bailes y los juegos de pelota. Ella, deslumbrada, y él, fascinado
por el atractivo de su prometida, adelantan el protocolo de la boda para poder
consumar el matrimonio. Probablemente fuera un mero prodigio de la carne
porque, salvo con traductor, no se entenderían bien en ningún idioma. Todo ello
supone, queramos que no, una ruptura con su pasado.
Los pródromos de la enfermedad aparecen de forma insidiosa en
Flandes , cuando Juana tiene 18 años. Se caracterizan por un comportamiento
insípido y apático, como no pagar durante meses los sueldos a sus servidores
(salvo a los músicos) y despreocuparse de sus deberes al frente de palacio.
Su confesor, de hecho, capta este despego sentimental y lo
transmite a la reina Isabel: «Doña Juana... tiene duro el corazón, crudo y sin
ninguna piedad». Desde un punto de vista psiquiátrico, cabe la posibilidad de
que este desinterés constituya una manifestación incipiente de cierto
embotamiento afectivo. En cualquier caso, parece que los síntomas se acentuaron
con su primer embarazo, mejoraron con el parto y posteriormente pasó dos años
relativamente estable.
Por aquellas fechas, Juana se convierte en heredera de los tronos
de Castilla y Aragón y Felipe se ve a sí mismo como rey, algo que posiblemente
nunca había esperado.
Juana y Felipe parten
hacia España para ser proclamados herederos al trono.
,los Reyes Católicos intentan atraer a Felipe a su bando y
obligarle a tomar posición en contra de Francia. Éste, sintiéndose sitiado,
cerró filas con el obispo Besançon, fiel defensor del rey francés Luis XII.
Pero el obispo enfermó inopinadamente y murió de la noche a la mañana. Felipe
quedo convencido de que lo habían envenenado y, temiendo por su propia vida,
decidió salir de España cuanto antes.
La princesa se
quedó en España a instancias de sus padres, que no le dejaron partir por lo avanzado
de su cuarto embarazo. Ante los patentes síntomas de melancolía y congoja, los
médicos de cámara de la reina Soto y Gutiérrez de Toledo la examinan: «algunas
veces no quiere hablar, otras da muestras de estar transportada, días y noches
recostada en un almohadón, con la mirada fija en el vacío». Sale con doña
Isabel hacia Segovia y allí continúan las anormalidades: noches sin dormir,
días sin comer para de pronto hacerlo vorazmente, alterna la inmovilidad con
inesperadas crisis de cólera durante las que nadie osa contrariarla.
A su madre le parece clara la posibilidad de una pérdida de
la razón. No se explica de otra forma el proyecto de ley que elabora y en el
cual hace constar la salvedad de que si doña Juana se encontrara ausente o mal
dispuesta o incapaz de ejercer en persona las funciones reales, ejercería la
regencia su padre D. Fernando.
En cualquier caso, dados los tremendos altercados entre madre
e hija, los médicos recomiendan la separación, por lo que la infanta es
trasladada al castillo de la Mota (Medina del Campo). Aquí parece ser que
mejora su conducta y, consecuentemente, su estado físico de la debilidad a la
que sus ayunos y velas le habían conducido. El equilibrio se rompe con la
llegada a la Mota de una carta de don Felipe: doña Juana pretende partir de
inmediato pero se le niega la
cabalgadura), pretende emprender el viaje andando. Se lanza contra la verja,
sacude los barrotes, amenaza con ahorcar a Fonseca cuando sea reina, pasea a
medio vestir por las torres y almenas y, por la noche (estamos en noviembre
castellano) se niega a cobijarse y tienen que hacer una hoguera junto al portón
de donde no consiguen llevársela.
Alarmada, la reina acude a visitarla. , su hija «furiosa como
una leona púnica», le dijo «palabras de gran desacatamiento.
embarca Juana de nuevo hacia Flandes. Felipe la recibe con júbilo,
pero ella pronto nota su distanciamiento sentimental que atribuye con acierto a
extramaritales amoríos. Identificada la rival, ocurre la famosa escena de la
que existen dos versiones: según una de ellas, Juana mandó cortar al rape la
melena de la joven. Según la otra, es la propia princesa quien lo hace,
hiriéndola en la cara con las tijeras. Felipe insulta y puede que golpee a
Juana, quien «herida por los malos tratos que le había infligido su esposo,
tuvo que guardar cama y poco le faltó para no perder la razón». A partir de
entonces, en el seno de una turbulenta relación, Juana alterna las escenas de
celos y crisis de furia con diversas técnicas de seducción (maniobras de harén
aprendidas de las moriscas de su séquito, baños y bálsamos perfumados,
lavándose varias veces al día la cabeza y empleando en ello muchas horas). Esta
conducta es extremadamente extraña en el mundo cristiano de la época.
Posteriormente comenzará a decir a todo que no, pasando días enteros con la
mirada perdida en el vacío, inmóvil y canturreando entre dientes. En otras
palabras, da la impresión de que estamos ante un comportamiento bizarro a veces,
negativista otras y, quizá, ante posibles soliloquio. Para justificar su duro
proceder ante los Reyes Católicos, Felipe encarga , se lleve un diario donde se asiente al pormenor las irregularidades de
Juana y se lo envía a los Reyes.
Muere la reina
Isabel. Don Fernando no cede la facultad
de mandar, apoyándose en el memoria de la propia Isabel, quien «mucho antes de
que falleciese... conoció y supo de una enfermedad y pasión que sobrevino a la
reina Juana nuestra señora». Para demostrar la locura tira de diario «en que se
relataban los accidentes y pasiones e impedimentos que sobrevinieron a la reina
doña Juana» y que «la tenían fuera de su libre albedrío».
Felipe aísla a Juana
de cualquier español, convirtiéndola en cautiva en su propia corte. La siguiente carta
de Juana a España será en sentido inverso y probablemente presionada por
Felipe, a quién justifica:
«Bien se que el rey mi seño, os hizo llegar carta donde ;escribió
allá para justificarse , quejándose de mí en alguna manera, pero esto no debió
de salir de entre padres e hijos, cuanto más que si yo usé de pasión y dejé de
tener el estado que convenía a mi dignidad, notorio es que no fue otra la causa
que los celos; y no sólo se halla en mí esta pasión, más la reina mi Señora, a
quién Dios dé Gloria, que fue tan excelente y escogida persona fue asimismo
celosa, más el tiempo saneó a su Alteza, como placerá a Dios que hará a mí».
Y termina pidiendo que anuncie su salud a todos y que, aún en
el caso de perderla, jamás desposeería a don Felipe del gobierno de Castilla.
La carta la escribe el calígrafo de Juana, don Pedro Jiménez y don Fernando
hace la interpretación lógica: se trata de una carta escrita bajo coacción por
una prisionera.
Mas tarde , Felipe embarca llevando consigo a Juana, a 2.000
lansquenetes y a un grupo de damas de cámara de la reina. Un dato importante,
doña Juana las hizo descender de los navíos negándose a emprender viaje si alguna
otra mujer iba en la flota. Felipe, como era de esperar, no accede a que la
reina de Castilla se presente en su país sin séquito y las hizo reembarcar
clandestinamente. Al parecer, ocultar hechos a los enfermos mentales no es nada
nuevo y sus consecuencias tampoco: al desembarcar en La Coruña, Juana se entera
de que sus doncellas han viajado también en las naves. Hace que embarquen de
nuevo y sólo cuando lo hacen baja ella, única mujer entre más de 2.000 hombres.
¿qué se está perfilando aquí?. Probablemente un delirio de
celos. El que los celos estén ampliamente motivados no contradice su formulación
delirante. Respecto a la motivación, en realidad, tampoco en la época estarían
demasiado fundados: no conviene olvidar que, «flechazos» aparte, su casorio era
un matrimonio de conveniencia ; ambos cónyuges lo sabían y debían asumirlo.
Respecto a su enunciación, los celos son del todo exagerados: ¡que la reina
apareciera en Castilla sin su corte de damas es un factor impensable en la
época! (se hubiera interpretado como que llegaba prisionera cuando menos). Como
contraste con la realidad cabe citar el comportamiento de otra reina celosa: su
madre. Los celos de Isabel la Católica tienen el mismo fundamento, si no mayor,
que los de su hija y lo que hace es rodearse, con buen criterio, de damas feas
y castas, pero no protagoniza extravagantes y absurdos comportamientos.
Durante el viaje ocurre una circunstancia curiosa: una
terrible tormenta dispersa la flota y pone a todos en peligro. Mientras don
Felipe reza, ataviado con un salvavidas hecho con pellejos hinchados y con un
letrero en la espalda en el que pone «el Rey don Felipe» (para su
identificación en caso de naufragio), doña Juana permanece impasible y exige
que le traigan comida. Alguien propone hacer una colecta para una futura
ofrenda en caso de que salven sus vidas. Todos entregan lo que llevan encima:
dinero, joyas y pertenencias. Doña Juana simplemente entrega medio ducado. Al
preguntarle por qué no tiene miedo responde: «nunca se supo de ningún rey que
haya muerto ahogado». ¿Cuál es la interpretación correcta?: valor y serenidad o
embotamiento afectivo y conducta inadecuada.
se niega a jurar los antiguos privilegios del reino, a firmar
ningún documento, a recibir a los Grandes (que acudían a presentarle sus
respetos) y a participar en cualquier acto oficial. ¿Ante que estamos?: Juana
se mantiene fiel a su padre o, en realidad, está reflejando una conducta
negativista y/o paranoide o, cuando menos, absurda. En cualquier caso, lo que
parece cierto es que Felipe la retiene prisionera con objeto de evitar un
posible encuentro padre-hija y una cesión de poderes por parte de ésta. No
obstante, durante un paseo a caballo, la reina pica espuelas y huye a galope.
Informado su marido, logran cercarla en una casa aislada. Se niega a salir y el
archiduque no se atreve a hacerlo por la
fuerza (está rodeado de nobles castellanos para los que ella es la reina). Recurre a abandonarla allí mientras la corte marcha a Valladolid. Entonces la reina tiene una reacción sorprendente: les sigue. Si estuviéramos ante una manifestación de fidelidad a su padre, lo más coherente hubiera sido continuar la huida para posteriormente encontrarse con él. La interpretación , lógicamente es, caracterizar este proceder como una conducta absurda más, o como una conducta dependiente ante sus «cuidadores-carceleros» en este caso, frecuente en el enfermo psicótico.
Agoniza Felipe el Hermoso. Durante su rápida
enfermedad, Juana le atiende con gran celo y afecto, pero, al fallecer, queda
patidifusa como una estatua, sin derramar un lamento: «apenas si mostró talante
de duelo en la hora de su defunción, ni tampoco lo hizo durante la dolencia;
pero estaba continuamente a su lado, dándole de comer y de beber ella misma, a
pesar de estar embarazada, y ni de día ni de noche le dejaba. Estamos, quizá,
ante una nueva muestra de cierto entumecimiento afectivo.
Al quedar viuda, Juana de Castilla . se niega a firmar nada.
«Arrastra una vida desdichada, gozándose en la oscuridad y en
el retiro, con la mano en la barbilla y cerrada la boca como si fuera muda. No
gusta del trato con nadie y mucho menos con mujeres a las que odia y aparta de
sí como hacía en vida de su marido, sin que haya manera de convencerla de que
ponga una firma o redacte unas líneas para el gobierno del Estado».
Es decir: mutismo, aislamiento social, delirio de celos y
actitud negativista y/o paranoide.
Comparablemente presenta otros cambios cuya posible
elucidación psicopatológica se ofrece entre paréntesis. A la muerte del
archiduque, sus servidores flamencos procedieron a embalsamar el cadáver. Al
principio fue enterrado en la Cartuja de Miraflores, con el consentimiento de
Juana. No obstante, por dos veces hace abrir el féretro para asegurarse de que
su esposo sigue allí (delirio de robo).
os 14 años de
edad de su hijo Alfonso
No hay comentarios:
Publicar un comentario