8. LA LOCA Y EL MALTRATADOR HERMOSO.
Juana
se niega a volver, insiste una vez más, en que desea hablar con su padre, todo
esto delante de la tropa que le asiste al archiduque. Este por fin consigue que
en la casa de la tahona, se le deje a solas con su mujer, en cierto modo
confiando una vez más en sus dotes de sugestión hacia una esposa; la cual
siempre ha estado solo para él ,lo que ha motivado: que entre otras cosas no ha visto a sus hijos
frecuentemente , con los cuales no se ha
portado como madre, y que como ella en sus más íntimos pensamientos no se porta
así ,triste está en sus adentros por cuanto es lo mejor que sabe hacerlo ya que
esta locamente enamorada del que es su esposo .
Felipe le insiste en el molino aspado para el viento, donde habita la tahona;
de que debe de volver con él, prometiéndole que cuando sea rey de Castilla no pondrá
a los suyos por delante de sus junteros,
premiándoles con múltiples prebendas y los mejores nombramientos, sino que
intentara ser justo, .
Así mismo le promete ahora, que para
evitar nuevos males mayores, que se
portara como el fiel esposo; en todo momento, contemplándola apaciguada y tiernamente, con mirada que recuerda,
la de sus mejores galas, como si se
adornara al igual que un cortejo de pavos reales, con voz tenue y
delicada la mima, le sonríe; acariciando suave y tiernamente su cara... Mirando por momentos los labios de
la futura reina de Castilla,
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